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((**Es9.834**) ingresó también como aspirante en la Sociedad de San Francisco de Sales. Durante la enfermedad, deseoso de consagrarse por entero a Dios, hizo privadamente los votos religiosos a don Bosco. Al morir presentó su alma al Señor más bella aún por lo deforme que dejaba el cuerpo. ((**It9.941**)) Moría también en Turín, en la flor de la edad, José Villa, uno de los alumnos más antiguos, que acudía constantemente al Oratorio festivo. Don Miguel Rúa dejó escrito de él este cariñoso recuerdo. José Villa nació en Ponderano de Biella el 10 de diciembre de 1836. Desde niño mostró un carácter serio y ordenado. Hizo los estudios primarios en el pueblo y fue siempre tan aplicado que frecuentemente le presentaba el maestro como modelo a los demás escolares. . Desventuradas circunstancias privaron a su familia de los medios necesarios para que José pudiera seguir los estudios. A fin de que tuviese con qué acometer honradamente la vida, se pensó en darle un oficio. Aprendió el de zapatero en la ciudad de Biella, donde trabajó con edificación de cuantos lo conocían, hasta abril de 1855. Ya entonces conocía de fama la casa del Oratorio de San Francisco de Sales en Turín, donde muchos jóvenes, aprendices como él, eran educados santamente en la religión y en el trabajo. Deseoso de formar parte de estos afortunados, al menos como externo, pidió permiso a su padre para trasladarse a Turín. Ante su insistencia, aunque de mala gana, el padre cedio: temía que los malos compañeros disiparan pronto la sólida educación, que le habían dado durante muchos años. Antes de dejarlo marchar le dirigió cálidas y afectuosas palabras, trazándole el plan de vida que debía llevar ante el mundo, cuando estuviese lejos de sus ojos. Y después de haberle recomendado la santificación de las fiestas, la fuga de los malos compañeros, terminó diciéndole: -Fíjate bien, hijo mío; estos días parten miles de soldados para Crimea, van a poner en riesgo su vida; también tú, al ir a Turín, tan joven, vas a tu Crimea; si atesoras mis palabras, si eres juicioso y prudente y bueno de corazón, triunfarás en el mundo y te trazarás un plan de conducta que te hará feliz en la vida presente y en la eternidad. Si, por el contrario, olvidando mis avisos siguieras la corriente corrompida que domina en las grandes ciudades, empezarás una serie de desventuras sin fin. Estas palabras quedaron impresas en el corazón del buen José, que las tuvo siempre como norte y guía: ni las amenazas, ni las adulaciones pudieron jamás desviarle de la senda trazada por su padre. Apenas llegó a Turín, su primer cuidado fue ponerse en relación con el Oratorio de San Francisco de Sales y especialmente con el egregio Director de la misma. Y muy pronto se encariñó tanto con esta casa que la convirtió en el lugar de sus delicias, y por más de dieciséis años seguidos vino a pasar en ella todas las fiestas y el tiempo que le quedaba libre de sus ocupaciones durante la semana. Fue miembro fundador de la Conferencia aneja de San Vicente de Paúl en 1856 y desde entonces dedicó a ella todos sus cuidados. ((**It9.942**)) Hay muchos incidentes edificantes en su vida privada; pero deben callarse porque se refieren a personas todavía vivas, que no desean ser señaladas. (**Es9.834**))
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