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((**Es9.508**) la misa y pronunciar el panegírico y monseñor Balma a dar la bendición. Para estos personajes y algunos más se preparó comedor aparte. >>Lo extraordinario de la fiesta fue que el conde Viancino cumplió la promesa por una gracia recibida. Una semana antes había venido a encomendarse a las oraciones del Oratorio para poder cobrar un crédito considerable, ((**It9.562**)) que ya daba casi por perdido, prometiendo la décima parte a María Auxiliadora, si lo lograba. Al día siguiente de la promesa recibió aviso para ir a correos. Allí se encontró con una carta atentísima de su deudor, en la que incluía el total de la deuda más los intereses que hacía algunos años no había pagado, y todo acompañado de expresiones de la más sincera amistad y agradecimiento>>. Después de la comida, alrededor de las dos y media, se reunieron los alumnos en el salón de estudio, muy adornado, para celebrar la llegada de don Bosco. A la derecha de nuestro buen Padre, sentóse monseñor Balma; a la izquierda, algunos sacerdotes de la casa y forasteros, don Mateo Picco, el reverendo Pechenino y varios clérigos. A la derecha de monseñor Balma, el barón Bianco de Barbania, el conde Viancino y otros ilustres personajes. El acto duró una hora y media. Se cantó un himno con música de don Juan Cagliero, acompañado por la banda; se leyeron varias composiciones de ocasión en prosa y en verso, en piamontés y en italiano, se representó un diálogo y Gastini interpretó su número cómico. Seis muchachos, vestidos al estilo calabrés, cantaron la canción napolitana Nuia portammo la musica bella, que fue muy aplaudida. Terminado el acto, habló don Bosco: -Todo lo que habéis manifestado no me pertenece a mí, sino a monseñor Balma, aquí presente, y a los demás bienhechores. Yo debería ser el último, porque son ellos los que concurrieron con sus limosnas, y al intervenir con su presencia hicieron más brillante esta fiesta. Os agradezco las oraciones que habéis hecho durante mi ausencia; Dios las escuchó, y gracias a ellas se han obtenido muchos favores, como después os diré. Ahora demos muchas gracias a Jesús Sacramentado. Y de allí fueron a la iglesia, donde cantaron los alumnos las vísperas solemnes. El maestro Beatrice cantó el Avemaría antes de la bendición. Por la noche, hubo rifa e iluminación. En todas las ventanas interiores de la casa y sobre las barandillas brillaban luces formando dibujos e inscripciones en honor de San Francisco de Sales ((**It9.563**)) y (**Es9.508**))
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