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((**Es9.507**) Acompañaba al decreto una nota de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares dirigida a monseñor Riccardi Arzobispo de Turín, la cual, al tiempo que anunciaba la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales, decía: 3 de marzo de 1869 La Santidad de Nuestro Señor, habiéndose dignado aprobar el Instituto fundado en esa ciudad por el benemérito sacerdote don Juan Bosco, como V. S. verá por el adjunto decreto, ha ordenado al mismo tiempo que los clérigos alumnos de dicho Instituto sigan asistiendo a las clases de Teología en el Seminario Arzobispal hasta nueva disposición de la Santa Sede, si bien pueda el Superior expedir a los mismos las dimisorias para las sagradas órdenes, en el caso de que hayan entrado en dicho instituto, antes de haber cumplido los catorce años de edad. Y esto considerando que antes de dicha edad puede también omitirse la fe de soltería. Dicho Instituto, al dispensar sus mejoras morales sobre todo a la ciudad y diócesis de Turín, no puede por menos de interesar al celo de V. E. para que le dispense todo cuidado, de suerte que pueda conseguir más fácilmente ((**It9.561**)) el fin para el que fue fundado. Y, si bien es cierto que él se recomienda por mismo, sin embargo esta Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, que tiene la tutela y cuidado de tales piadosas fundaciones, no puede dispensarse de urgir a V. S. para que siga protegiendo una obra tan buena, nacida bajo el patrocinio de San Francisco de Sales. Con esta esperanza le auguro del Señor la más amplia felicidad, etc. El día 6 de marzo, sábado, estuvo don Bosco confesando hasta cerca de las diez de la mañana; y, por la tarde, confesó desde las seis hasta medianoche. Se presentaron en la sacristía varias personas que deseaban su bendición. Una de ellas fue la señora Lucía Perlo, de Caramagna (Piamonte), con una hija de dieciocho años, llamada Magdalena, que estaba muy enferma. Dado que los médicos decían que su mal se convertía en tuberculosis, la llevó a Turín y la presentó a don Bosco. El Siervo de Dios la bendijo y dijo a su madre: -En el mes de mayo vuestra hija recobrará la salud. Y así fue; la hija sanó y entró en las religiosas Josefinas de Turín. Don Bartolomé Marchisio, paisano de la joven, nos contó el hecho. Don Miguel Rúa describe así, en la Crónica, la fiesta celebrada el día siguiente. <<7 de marzo, domingo -Fiesta de San Francisco de Sales, en la nueva iglesia, actuando de prioste el conde Viancino. Fue solemnísima y se celebró con santa alegría por toda la Comunidad. Don Bosco confesó, por la mañana, desde las seis y media hasta las nueve, al pie del púlpito. El teólogo Leonardo Murialdo vino a cantar (**Es9.507**))
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