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((**Es8.788**) La Crónica de don Miguel Rúa sigue dándonos otras diversas noticias: <<4 de septiembre: -Durante las vacaciones sucedió que don Bosco, ante las instancias que dirigía un joven aprendiz, le sacó del taller y le puso a estudiar en vista de la buena conducta que observaba. Al cabo de unos meses en los estudios este joven, de cabeza algo ligera, sorprendido por las tentaciones, empezó a dudar de la existencia de Dios, del paraíso, del infierno, etc., y, no satisfecho con pensar de este modo, dio a conocer sus dudas a los compañeros, lo cual no dejó de ser peligroso para quienes le oían. >>Súpolo don Bosco, e inmediatamente halló remedio para deshacer sus dudas.Habiendo llegado un bienhechor del joven para entenderse con don Bosco y dedicarle exclusivamente a los estudios, el siervo de Dios dijo en presencia del joven que, por el momento, era mejor no determinar nada puesto que parecía que la cabeza del muchacho no podía aguantar los estudios y vacilaba; entonces se dio cuenta el joven de su fallo, reconoció el mal hecho al ceder a las dudas que habían venido a su mente y mucho más al comunicarlas a los compañeros. Se enmendó, y desde entonces llevó una vida fervorosa. >>5 de septiembre: -Un superior del Seminario escribió a don Bosco una carta diciéndole que los clérigos del Oratorio no sabían las ceremonias, y presentaba el ejemplo de dos, que por la mañana habían servido en las sagradas funciones de la catedral. Es de notar que durante las vacaciones los canónigos acudían al Oratorio pidiendo clérigos, a falta de los seminaristas. Don Bosco respondió que sentía mucho que aquellos clérigos no supiesen ceremonias; pero que eran seminaristas, que él albergaba durante las vacaciones, por no tener éstos casa, ni ((**It8.929**)) familia, ni medios de subsistencia; que les había mandado exprofeso porque creía conocían las ceremonias y costumbres de la catedral>>. Aquel mismo día le llegaron al Venerable noticias sobre el estado de la endemoniada de Acqui. El día primero de septiembre, domingo, como había aconsejado don Bosco, se intentó que se confesara y comulgara en la iglesia a puerta cerrada. El párroco de la catedral había procurado que se hiciera todo de acuerdo con su sugerencia. Pero, fueron tales los gritos y convulsiones de la pobre mujer, que fue inmediatamente llevada a casa, y escribió el párroco que no creía prudente exponer a aquella infeliz a que se renovaran semejantes dolorosas escenas el día de la Natividad, puesto que Don Bosco había añadido que se acercase en tal ocasión a los sacramentos, en presencia de todo el pueblo. Recibida esta carta, el Siervo de Dios replicó que no se cambiase nada de lo que había aconsejado, y que se continuase rezando con fe. El día 5, escribía también a uno de sus sacerdotes que había ido a Usseglio, su pueblo, en los Alpes y le pedía consejo. (**Es8.788**))
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