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((**Es8.729**) -Vos sabéis tan bien como yo, qué es lo que han de hacer. Tenéis la Iglesia, el Evangelio, las demás Escrituras que lo contienen todo; decidles que salven el alma, que lo demás nada interesa. -Pero, eso ya lo sabemos, que debemos salvar el alma. Lo que necesitamos es conocer los medios que hemos de emplear para conseguirlo. Dadme un consejo que nos haga recordar esta necesidad. Yo se lo repetiré a mis muchachos en vuestro nombre. -Decidles que sean buenos y obedientes. ->>Y quién no sabe esas cosas? -Decidles que sean modestos y que recen. -Pero, decidme algo más práctico. -Decidles que se confiesen frecuentemente y que hagan buenas comuniones. -Algo más concreto aún. -Os lo diré, puesto que así lo queréis. Decidles que tienen delante de sí una niebla y que simplemente el distinguirla es ya una buena cosa. Que se quiten ese obstáculo de delante de los ojos, como se lee en los Salmos: Nubem dissipa. ->>Y qué es esa niebla? -Todas las cosas del mundo, las cuales impiden ver la realidad de las cosas celestiales. ->>Y qué deben hacer para que desaparezca esa niebla? -Considerar el mundo tal cual es: mundus totus in maligno positus est (el mundo entero se encuentra en el maligno), ((**It8.857**)) y entonces salvarán el alma; que no se dejen engañar por las apariencias mundanas. Los jóvenes creen que los placeres, las alegrías, las amistades del mundo pueden hacerles felices y, por tanto, no esperan más que el momento de poder gozar de ellas; pero que recuerden que todo es vanidad y aflicción de espíritu. Que se acostumbren a ver las cosas del mundo, no según su apariencia, sino como son en realidad. ->>Y de dónde proviene principalmente esta niebla? -Así como la virtud que más brilla en el Paraíso es la pureza, también la oscuridad y la niebla son producidas principalmente por el pecado de la inmodestia y de la impureza. Es como un negro y densísimo nubarrón que priva de la vista e impide a los jóvenes ver el precipicio que les amenaza con tragárselos. Decirles, pues, que conserven celosamente la virtud de la pureza, pues los que la poseen, florebunt sicut lilium in civitate Dei (florecerán como el lirio en la ciudad de Dios). ->>Y qué se precisa para conservar la pureza? Decídmelo, que yo se lo comunicaré a mis jóvenes de vuestra parte. -Es necesario: el retiro, la obediencia, la huida del ocio y la oración. ->>Y después? -Oración, fuga del ocio, obediencia, retiro. ->>Y nada más? -Obediencia, retiro, oración, y fuga del ocio. Recomendadles estos medios que son suficientes. Yo deseaba preguntarle muchas cosas más, pero no me acordaba de nada. De forma que, apenas el Prelado hubo terminado de hablar, en mi deseo de repetiros aquellos mismos consejos, abandoné precipitadamente la sala y corrí al Oratorio. Volaba con la rapidez del viento y en un instante me encontré a las puertas de nuestra casa. Seguidamente me detuve y comencé a pensar: ->>Por qué no estuve más tiempo con el Obispo de...? íMe habría proporcionado (**Es8.729**))
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