Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.614**) Eran los días del carnaval y en el Oratorio se alternaban con regocijo los juegos y las representaciones teatrales con las prácticas religiosas. Don Bosco había vuelto a ocupar su puesto en el confesonario, con. alegría de muchos jóvenes deseosos de abrirle el corazón. El martes, 5 de marzo, se hizo el ejercicio de la buena muerte y el padrenuestro que se acostumbra rezar <> ayudó al alma del alumno ((**It8.723**)) Cipriano Fogliani de Santa Dominica (Suiza). Moría precisamente aquel día en su casa; un mes más tarde escribía el párroco a don Bosco: Santa Dominica, 17 de abril de 1867 Reverendo Señor: Ha pasado ya un mes desde el día en que debía y quería haberle escrito la presente... íCipriano Fogliani ya no existe! Pocos días después de su llegada al pueblo, cayó en cama para no levantarse más, hasta ser llevado a la sepultura. Durante el curso de su larga enfermedad, ha dado pruebas sublimes de cristiana resignación, sin desconcertarse en absoluto por su dolor en las entrañas. Su diaria oración al Señor y a la Santísima Virgen, era ésta: -Si sanando puedo salvarme, haced que yo sane; pero hágase en todo vuestra santa voluntad. Recibió todos los auxilios de la Religión; se confesó varias veces durante la enfermedad y la última vez un cuarto de hora antes de expirar. Mientras yo recitaba las oraciones de los agonizantes, él las seguía mentalmente y las repetía moviendo los labios moribundos y besando el crucifijo con gran edificación de todos los presentes. La muerte de este buen joven ha causado tal impresión en la población que a duras penas hemos podido cantar el oficio y la misa de difuntos, aunque la iglesia estaba llena de gente. Murió el 5 de marzo de 1867, a la edad de catorce años. Fray PRUDENCIO Capuchino de Cavallermaggiore, Párroco de Santa Dominica Después del carnaval, habló don Bosco a los alumnos varias noches seguidas sobre las cosas vistas en Roma: las basílicas, las tumbas de los mártires, los anfiteatros, los monumentos que recordaban grandes milagros, sacando de todo alguna máxima moral que les animase a santificar la cuaresma. Solamente una de estas charlas se recuerda en nuestras Memorias, y es la de la noche del día 7. En San Pedro del Vaticano hay una pila para el agua bendita verdaderamente bella. La concha está sostenida por un grupo, que representa la tentación. Hay un horrendo demonio, con cuernos y rabo, que corre tras un muchacho para atraparlo. El pobrecito huye, pero está a punto de caer en las garras del asqueroso animal: levanta (**Es8.614**))
<Anterior: 8. 613><Siguiente: 8. 615>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com