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((**Es8.529**) Deseaba ésta, antes de morir, ver a don Bosco, ya que habitaba en la misma casa donde él se alojaba. Mandaba indagar cada día, pero don Bosco no estaba nunca libre. Finalmente una mañana cerró el portero la puerta y le dijo: -No saldrá fuera, si antes no ve a la enferma. Sonrió don Bosco y fue. La monja estuvo contentísima al ver colmados sus anhelos y don Bosco le dijo: -Póngase en camino, que yo vengo a darle el pasaporte. Aquella noche murió. Otra carta, llena de importantes noticias y de filial entusiasmo, le llegaba al caballero Oreglia: Mi querido señor Caballero: ...Parece que a don Bosco, a pesar de sus intentos de no realizar cosas llamativas, salvo las que hace con sus palabras, sin embargo, se le escapan algunas contra sus deseos. Vea ésta que ya empieza a dar mucho que hablar en Roma y que, tal vez, será impresa con los debidos documentos. De momento le ruego y suplico que no lo haga publicar. La otra semana fue invitado don Bosco por un buen muchacho del Colegio Romano a visitar a un hermano o hermana suya (no recuerdo bien) que, desde hace casi un año, padecía terribles dolores en un brazo, y que los médicos aconsejaban amputar, para salvar el resto. Piense en el dolor de su pobre padre ante aquella sentencia. Sentía don Bosco, invitado con presurosa ternura por el hermano, no poder acudir, debido a las muchísimas cosas que debía hacer. Pero le entregó una medallita, que ahora podemos llamar con toda verdad ((**It8.623**)) milagrosa, recomendándole a él y a toda la familia que rezaran a María Auxiliadora y aplicasen la medallita a su brazo enfermo. Por la noche la familia realizó todo, con mucha fe. A la mañana siguiente el enfermo, que dejaba de serlo, gritó a todo pulmón que estaba curado y que la Virgen le había concedido la gracia. Y, así diciendo, levantaba libremente el brazo. Nadie quería creer lo que veía, pero no había ningún lugar a dudas. Quisieron entonces buscar la medalla, cuyo éxito reconocían, para besarla y dar gracias a María; pero no pudieron dar con ella. >>Adónde había ido a parar? No se sabe. Todavía lo sienten, porque la habrían conservado como preciosa reliquia. En el brazo del chiquito no quedó más que una postilla o mancha, recuerdo del mal pasado y que confirma el hecho. El domingo (27) tuvimos una gran fiesta aquí al lado y el P. Franco habló sobre el dinero de San Pedro. íCuánta gente y qué hermosa música! Pero después de la fiesta en la iglesia se estuvo a punto de tener otra fuera. Mientras salía la gente y se esparcía por la gran explanada de delante de la iglesia y de la casa del señor Conde, llegaba don Bosco de vuelta de unas visitas por la ciudad. La gente empezó a pararse y a repetir su nombre, después echó a correr y se abalanzó sobre don Bosco. El, tranquilo, estaba en medio del conde De Maistre, la marquesa Villarios, la princesa Orsini y algunos más. No se esperaba aquel encuentro. Todos querían verle y besar su mano; su nombre era repetido por más de mil bocas a la par, que se contaban unos a otros sus virtudes y obras milagrosas. Resultó difícil sacarlo de allí. Muchos lloraban ante aquella piadosa demostración. La madre de los dos Spazzacampagna, (**Es8.529**))
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