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((**Es8.437**) -Cuando se trata de hacer el bien y de la gloria de Dios, no hago más que cumplir con mi deber. -Pues bien, añadieron ellos con gran fervor, le pedimos un favor. Somos dos esposos sin ningún hijo. Usted, que es tan bueno, ruegue y haga rogar por nosotros a sus muchachos, a fin de que Dios tenga piedad de nosotros y nos conceda un heredero. Don Bosco les dijo que rogaría y haría rezar a María Auxiliadora. -Entonces, tenga la bondad de darnos su bendición, exclamaron los cónyuges arrodillándose. Don Bosco los bendijo y ellos continuaron: -Como ve, nuestra casa está solitaria; si la Virgen nos concediese un hijo sería para nosotros la mayor de las alegrías. Si obtenemos esta gracia, le prometemos hacer una ofrenda generosa para la iglesia de María Auxiliadora. -Y yo les prometo, en nombre del Señor, que serán escuchados. Rueguen y tengan fe y don Bosco les encomendará todos los días en la santa misa. Un año después alegraba Dios a aquella familia con el nacimiento de un hijo; pero no se acordaron de su promesa. Pasó más de un año del fausto acontecimiento y el niño crecía perfectamente sano, cuando don Bosco, necesitando dinero para pagar a los proveedores de materiales para la construcción de la iglesia, e importunado por la insistencia del empresario, se acordó del Marqués. Fue a él, convencido de que sería bien recibido. Pero, aquel señor le recibió con estas palabras: ((**It8.514**)) ->>Qué desea, Reverendo? -He venido a pedirle, si quiere cumplir la promesa que hizo hace unos años... ->>Qué promesa?, respondió el Marqués. >>Quién es usted? Don Bosco, sin darse por ofendido, dijo su nombre y expuso los apuros que pasaba. -íNo recuerdo haber hecho ninguna promesa!, añadió el señor. -íSeñor Marqués!, replicó el Venerable, recuerde que la promesa no la hizo a don Bosco, sino a Dios y con El no se juega ni se burla nadie de su Santísima Madre. Piense lo que hace ahora. Le saludó cortésmente, y afligido ante aquella ingratitud, que preveía sería severamente castigada, se retiró. Habían pasado pocas horas después de aquel diálogo, cuando la Marquesa se presentó jadeante a su marido, diciéndole que el niño había sido atacado de repente por un grave malestar. Corrióse en (**Es8.437**))
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