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((**Es8.350**) quedó satisfecho y, desde hace algún tiempo, tengo cada año la satisfacción de presentar cierto número de candidatos al examen para la imposición de la sotana. Algunos ya son sacerdotes. Por los resultados en los exámenes y la ejemplar conducta observada durante su tiempo de seminaristas, puede ver el Superior Eclesiástico que las esperanzas no fueron fallidas. Como estos jóvenes son en su mayoría pobres, he debido recurrir hasta ahora a la caridad de bienechores particulares que actualmente no podrían continuar con su beneficencia, por lo que me encuentro, muy a pesar mío, en la necesidad de desistir de la formación de unos sesenta jóvenes, cuya edad, ingenio, índole y costumbres hacen esperar los mejores resultados para el estado eclesiástico. Por este motivo me dirijo a V. S. Ilma. y Rvma., rogándole humildemente, pero con toda la efusión del alma, se digne considerar benignamente esta necesidad y auxiliarme para poder atender a los clérigos que prestan aquí su asistencia, a los maestros que enseñan y a los jóvenes que, en todo o en parte, necesitan ayuda. Estoy plenamente convencido de que en su bondad favorecerá una obra que sólo tiende a suministrar a la Iglesia buenos ministros y así promover el bien de nuestra santa Religión Católica para mayor gloria de Dios y bien de las almas. Augurándole una gran recompensa del cielo, me profeso con gratitud y aprecio De V. S. Ilma. y Rvma. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. La respuesta del señor Vicario, que ya había socorrido muchas veces al Oratorio, demuestra cuál era la pobreza de la Curia de Turín por aquellos días: ((**It8.408**)) Turín, 13 de junio de 1866 Muy reverendo Señor: Si hay un centro que yo juzgue digno y merecedor de favorables atenciones, o persona de la que yo pueda decir otro tanto, es V. S. Ilma. y el centro por usted sabiamente fundado y administrado; por eso siento muchísimo no poder acudir en su ayuda. Pero las cosas son así. No cuento con capital ni otros medios de fortuna. No tengo un céntimo de rentas del Obispado, de la Curia, o del cargo de Vicario Capitular. No gozo de la menor asignación por cualquier despacho curial, ni honorarios, ni entradas eventuales, ni derechos de firma. Por el contrario, soy víctima de muchos gravámenes a los que no estaría sujeto como simple canónigo, que es mi única entrada. No tengo al presente ninguna capellanía o beneficio de mi colación y estoy bien dispuesto a favorecer en esto a sus clérigos, pero he de pensar en muchos otros, también muy dignos y necesitados de ello. No puedo disponer, por cierto, de las rentas de la Curia, que apenas si llegan para satisfacer los bajos honorarios de los empleados; por otra parte, y por razones que usted puede muy bien conocer, estos réditos disminuyen más cada día y, si sucediese que sobrara algo, debo reservarlo para el Obispo sucesor, a quien deberé rendir cuentas de los ingresos habidos durante la sede vacante. (**Es8.350**))
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