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((**Es8.348**) falta y, acabada la guerra, volvió a casa, donde cumplió con su conducta el vaticinio de don Bosco. A la par que consolaba a las madres, con el celo preventivo que poseía en grado maravilloso, se servía de las Lecturas Católicas para infundir, en los hijos que partían al campamento, sentimientos de fe, espíritu de sacrificio, fidelidad en el cumplimiento de sus deberes. En el mes de julio apareció el fascículo: Una palabra de amigo al ejército, por Víctor Marchiale. En el prólogo se lee: <> El autor, que es un sacerdote, explica en tres artículos las palabras de san Pedro (I, 2, 17): Deum timete -Regem honorificate -Fraternitatem diligite; (Temed a Dios -Honrad al Rey -Amad a los hermanos). Y demuestra: 1.°, que el respeto humano es una villanía y una locura; 2.°, que la obediencia es una virtud necesaria (montar la guardia, hacer la instrucción militar, exponer la vida en el campo de batalla); 3.°, que se debe vencer el egoísmo y ser generosos perdonando las ofensas y no armando contiendas. En el apéndice se narraban dos hechos: Juan Sobieski y la liberación de Viena y Una gracia de María Auxiliadora. Finalmente, incluía algunos cantos para los militares. (**Es8.348**))
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