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((**Es7.688**) Amadísimo Padre: No deseamos más que verle pronto. Todos los muchachos le esperan con los brazos abiertos. Ya han entrado veintiocho; hay matriculados treinta y siete, casi todos para las clases elementales y primero de bachillerato. Dos para el tercero, más dos del segundo y uno del primero de retórica. Hay dos que proceden de otros colegios... Para las confesiones viene todos los sábados el Vice-párroco. El que daba la clase primera elemental no podía tener orden, porque eran muy numerosos los chicos del pueblo en esta clase y demasiado enredones, y con ningún medio se lograba nada. Hemos pensado, por tanto, poner al frente de ella, al menos por algún tiempo, a Bodrato, quien con su práctica sabe obtener mejor el orden... Haga el favor de encomendarme al Señor a fin de que no sea infructuoso mi ministerio. Si tarda todavía algún día más en venir a vernos, espero que ya se habrán incorporado todos los matriculados. Considéreme siempre como, Su agradecido hijo DOMINGO RUFFINO, Pbro. Don Bosco fue a Lanzo, donde le recibieron y despidieron entre conmovedoras manifestaciones de afecto salesianos y alumnos. Lo mismo que en Mirabello, su caridad llevó la paz y el consuelo a las almas. Monseñor Costamagna y monseñor Fagnano recuerdan los preciosos frutos de esta visita. También don Bosco había sentido una gran satisfacción al comprobar el espíritu de sacrificio que animaba a sus clérigos. ((**It7.809**)) Don Domingo Ruffino da cuenta de esta visita a Lanzo en carta a don Vicente Pol, profesor de bachillerato en el Seminario Menor de Giaveno, cuando don Bosco llevaba la dirección del mismo 1. 1 Muy apreciado don Vicente: Recibí su última y no tuve que esperar para satisfacer su ruego. Vino don Bosco a visitarme a Lanzo y le hablé del huerfanito que usted recomendó. No pudo hasta ahora aceptarlo en su Oratorio de Turín porque el número de internos era y es aún muy superior a la capacidad de la Casa, de tal forma que debió enviar algunos al Seminario Menor de Mirabello y otros a este colegio, donde propiamente no se admite más que a los que pagan pensión. Añada las innumerables peticiones, que continuamente le asedian, a las cuales su caridad no le permite dar un no rotundo: Puede, por tanto, estar seguro de que, si don Bosco le está haciendo esperar mucho, no es por falta de voluntad. Y entonces >>en qué quedamos? El muchacho está admitido, pero el momento de su ingreso queda diferido un poco más. En la novena de Navidad vaya con su hatillo y lo demás, si algo se convino; preséntese a don Bosco o a don Víctor Alasonatti con esta carta mía y será recibido. Lanzo, 16 de octubre de 1864. Suyo afectísimo DOMINGO RUFFINO, Pbro. (**Es7.688**))
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