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((**Es7.620**) Habiendo acudido a don Bosco para recibir su bendición, el siervo de Dios le dijo: -Querido Morielli, trata sólo de no olvidarte del paraíso y, por lo demás, paciencia. Las últimas palabras del buen clérigo a don Bosco fueron: -Diga a mis compañeros que les espero en el paraíso. Ya siete jóvenes habían sido llamados por Dios a la eternidad durante aquel año, y aún veremos a algún otro que les siguió al cabo de poco tiempo. En ciertos años el número de muchachos del Oratorio, que Dios llamaba a la eternidad, era bastante considerable, si bien no había desproporción entre las estadísticas públicas de difuntos y la de los internos o residentes en Valdocco. Pero don Bosco, sus sacerdotes, nosotros mismos, salvo poquísimas excepciones, hemos comprobado que la mayor parte de los llamados a la eternidad, eran causa de gran consuelo. Se podía afirmar con las palabras de la Sabiduría, en el capítulo IV: <>. (**Es7.620**))
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