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((**Es7.563**) superiores, de los reglamentos y de todo cuanto a ellos no les agrada. Si se trata de desobedecer, no tienen escrúpulos de conciencia. Pues bien, María anima a los primeros y les promete un magnífico premio. A los segundos les dice: -Trabajad, teméis acaso que yo no voy a pagaros bien? A los terceros les dice casi lo mismo que a los segundos: -No os canséis, perseverad y estaréis contentos. A los últimos no les dice nada, sino que, volviendo el rostro hacia atrás, mira a su divino Hijo, llora y le suplica que tenga misericordia de ellos. >>El domingo 8 de mayo, don Bosco dio la conferencia general a todos los miembros de la Sociedad de San Francisco de Sales. Fue una sesión que hace época, puesto que don Bosco manifestó lo que hasta ahora nunca había declarado: >>-Os he reunido esta noche para deciros algo que se refiere al origen de nuestra sociedad: a saber, lo que fue causa de su nacimiento y le dio impulso. Os adelanto, sin embargo, que entiendo obligar a cada uno de vosotros a no hablar de ello con los ajenos a la Sociedad. >>Luego siguió contando cómo, de chico primero, y siendo seminarista después, comenzó a cuidarse de los muchachos porque desde entonces conoció la necesidad que tenían de ser formados, y con qué facilidad se dejan convencer, cuando advierten que se busca su bien. Describió el principio de los Oratorios festivos en san Francisco de Asís, su traslado al Refugio, y después su despido, los sueños ((**It7.664**)) (que llamó visitas) los cuales le señalaban la casa Pinardi, el traslado a los Molinos de la ciudad, a san Pedro ad Víncula, a casa Moretta, al prado Filippi: la tienda plantada definitivamente en casa Pinardi. Narró cómo la mano de Dios había castigado a cuantos se habían opuesto a su empresa. Contó los dos sueños en los que había visto sacerdotes, clérigos y muchachos que la Providencia colocaría bajo su dirección: el primer sueño con la iglesia que tenía escrito en la fachada: Haec est domus mea: inde exibit gloria mea (ésta es mi casa: de ella saldrá mi gloria) y el segundo sueño del camino y la pérgola de rosas. Enumeró todas las dificultades surgidas al principio y superadas con la ayuda de Dios; dijo cómo, por vez primera, le llamó el arzobispo Fransoni para exhortarle a continuar la obra de los Oratorios y cómo Pío IX, en 1858, le había puesto él mismo la base de nuestra Sociedad. Y concluía: >>-Conté al Papa todo lo que os cuento a vosotros. Nadie más lo supo jamás. Quizá diga alguno: ítodo esto redunda a gloria de don Bosco! Nada de eso: a mí sólo me toca rendir una cuenta tremenda de lo que haya hecho para cumplir la voluntad divina. Con este plan revelado por el Señor, yo he caminado siempre adelante y éste (**Es7.563**))
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