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((**Es7.564**) fue el único fin de cuanto hasta hoy he realizado. Esta es la razón por la que, en las contrariedades, en las persecuciones, en medio de los más grandes obstáculos, nunca me he dejado acobardar y el Señor estuvo siempre con nosotros>>. <>. <((**It7.665**)) Os diré, por tanto, que en este mes hay en el Oratorio la costumbre de que los profesores, asistentes y demás superiores, exceptuado don Bosco, se reúnan para un asunto particular. Que cuál es este asunto particular? preguntaréis. Se reúnen para dar su opinión y su voto sobre los alumnos que no son para esta casa y que, por consiguiente, no serán aceptados en el Oratorio el curso venidero. Yo confío, no obstante, que no haya ninguno entre nuestros jóvenes que merezca este feo regalo. -Y quiénes son, preguntaréis, los que pueden ser contados en el número de los que desentonan en la Casa? Os lo diré: 1.° Los que hubiesen hecho alguna gorda, por insubordinación, robo u otras cosas. Parece, a veces, que a ciertos individuos se les aguanta demasiado, que se cierra un ojo, que no se les aplica el rigor de la justicia. Dad tiempo al tiempo; a cada cerdo le llega su san Martín. A veces, ciertos miramientos debidos a los padres, a los bienhechores, a la condición del joven, obligan a que los superiores obren con longanimidad. 2.° Los que fuesen de escándalo a los demás con palabras o acciones. 3.° Los que demuestran no tener voluntad de seguir en el Oratorio. Y, quiénes son los que prefieren estarse en su casa? Los que están aquí de mala gana. Se entiende que están de mala gana los que siempre tienen algo que criticar: hoy una orden de los superiores; mañana un artículo de los reglamentos; ahora se quejan de la comida, después del Oratorio; los que buscan escapar de la presencia de los Superiores, que no quieren de ningún modo estudiar o producen destrozos en un lado u otro de la casa. Todos éstos se encuentran en el número de los que no sirven para el Oratorio y que no se pueden admitir para el próximo curso. La causa de nuestra decisión es ésta: nosotros caminamos hacia adelante con esta regla; no queremos que ninguno esté a la fuerza. El que quiera estar que esté a gusto: y no basta estarlo interiormente; hay que demostrarlo exteriormente, haciendo ver que se está satisfecho de todo lo que disponen los superiores. Si don Bosco estuviese aquí para ganar dinero, se podría comprender que admitiera muchachos mal educados y malos. Pero, como nosotros no trabajamos por interés, por eso queremos que todos los alumnos sean buenos, o al menos manifiesten la buena voluntad de serlo y que estén contentos. Mas espero, como os decía, que no habrá ninguno que vaya a casa a vacaciones y vea después llegar una carta dirigida a los padres, invitándoles a colocar en otra parte a su hijo, por no haber ya lugar para él aquí. De todos modos no quiero asustaros (**Es7.564**))
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