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((**Es6.778**) y eran peligrosas. Entretanto el párroco de Santa María, ausente a la llegada de don Bosco, por urgentes asuntos de la parroquia, nada más llegar recibió a los jóvenes en la casa rectoral y los obsequió con un excelente refresco. También los otros dos párrocos los invitaron generosamente. Mientras tanto, en medio de la muchedumbre, don Bosco había visto a un jovencito en mangas de camisa y descalzo que había ido corriendo a toda prisa para contemplar aquella novedad, que ponía en movimiento a todo el pueblo, Cuando don Bosco llegó hasta donde estaba el muchacho, se paró, lo miró de hito en hito y le preguntó: -Cómo te llamas? -Quartero. -Quieres venir conmigo a Turín? -íPor esto precisamente, respondió el muchacho con franqueza, he venido aquí corriendo! íDe muy buena gana! -Ven, pues; ya mandaré yo que te pongan tachuelas a los zapatos. Todos los presentes soltaron la carcajada al oír la broma, pues el chico iba descalzo. Después de ponerse de acuerdo don Bosco con sus padres, Quartero fue al Oratorio; su óptima conducta iba acompañada de una gran afición al estudio; llegó a ser sacerdote, fue Vicario en su mismo pueblo, ganándose el aprecio de todos, y por fin desenvolvió su celo al frente de una parroquia en la diócesis. ((**It6.1032**)) Cuando don Bosco se dispuso a salir de Lu, el camino estaba atestado de gente, singularmente de madres, que iban a porfía para llevar junto a él a sus hijos, para que los bendijera. Lo mismo sucedía en casi todos los pueblos adonde íbamos. Por la tarde estábamos de vuelta en Mirabello. El 16 de octubre, miércoles, a la hora de costumbre entrábamos en la capilla que servía de parroquia, donde, después de una misa rezada, cantamos solemnemente las letanías, a las que siguió la bendición eucarística. Después del desayuno, fuimos de paseo, con la banda de música a la cabeza, por los caminos de la campiña con inmenso gusto de los labradores que no esperaban semejante sorpresa en el lugar mismo de su trabajo. Mientras tanto don Bosco trataba con el señor Provera sobre el asunto del colegio. Aceptaba para tal fin los terrenos y la casa, que en aquel momento servían para el alojamiento de sus alumnos y fijaban las últimas disposiciones referentes al plan a seguir en la construcción. (**Es6.778**))
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