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((**Es6.656**) Dicho esto, señalando hacia nuestra derecha, en dirección Este, nos indicó un inmenso valle, cuatro o cinco veces más extenso que el valle de sangre, y añadió: -Veis allá aquel valle? Pues allá irá a parar la sangre de aquéllos que, siguiendo este camino, escalarán la montaña; la sangre de los justos, de los que morirán por la fe en los tiempos venideros. Yo procuraba animar a mis jóvenes, que no podían disimular el terror que los invadía al ver y escuchar aquellas cosas, diciéndoles que si moríamos mártires, nuestra sangre sería recogida en aquel valle, pero que nuestros miembros no serían arrojados a las orillas como los que habíamos visto. Entretanto, los muchachos se apresuraron a ponerse en marcha. Bordeando las orillas del lago, teníamos a nuestra izquierda la cumbre de la colina que habíamos cruzado y a la derecha el lago y la montaña. A cierta distancia, donde terminaba el lago de sangre, había un paraje plantado de encinas, laureles, palmeras y otras plantas diversas. Nos introdujimos en él para comprobar si era posible el acceso a la montaña; pero, he aquí que ante nuestra vista se ofreció otro nuevo espectáculo. Vimos otro lago enorme, lleno de agua, y en ella una gran cantidad de miembros partidos y descuartizados. En la orilla se veía escrito en caracteres cubitales: <>. -Qué es esto? Quién nos explicará el significado de esto? -En este lago está, -nos dijo UNO- el agua que brotó del costado de Jesucristo, la cual fue poca en cantidad, pero aumentó en forma considerable y sigue aumentando y aumentará en el futuro. Esta es el agua del Santo Bautismo, con el cual fueron lavados y purificados los que escalaron ya esta montaña y con la que deberán ser bautizados y purificados los que han de subir a ella en el porvenir. En ella tendrán que ser bañados todos aquellos que quieran ir al Paraíso. Al Paraíso se llega, o por medio de la inocencia o por medio de la penitencia. Nadie puede salvarse sin haberse bañado en esta agua. Seguidamente, señalando los restos humanos, prosiguió: -Estos miembros ((**It6.869**)) pertenecen a aquellos que atacaron a la Iglesia en el tiempo presente. Seguidamente vimos mucha gente y también a algunos de nuestros jóvenes caminando sobre las aguas con una celeridad extraordinaria; con una rapidez, que apenas si tocaban la superficie con la punta de los pies y, casi sin mojarse, llegaban a la otra orilla. Nosotros contemplábamos atónitos aquel portento, cuando nos fue dicho: -Estos son los justos, porque el alma de los santos, cuando está separada del cuerpo, y el mismo cuerpo cuando está glorificado, no sólo puede caminar ligera y velozmente sobre el agua, sino también volar por el mismo aire. Entonces, todos los jóvenes desearon correr sobre las aguas del lago, como aquéllos a los cuales habían visto. Después me miraron como para interrogarme con la mirada, pero ninguno se atrevía a iniciar la marcha. Yo les dije: -Por mi parte, no me atrevo; es una temeridad creerse tan justos como para poder cruzar sobre esas aguas sin hundirse. Entonces todos exclamaron: -íSi usted no se atreve, mucho menos nosotros! Proseguimos adelante, siempre girando alrededor de la montaña, cuando he aquí que llegamos a un tercer lago, amplio como el primero y lleno de fuego, en el cual se veían trozos de miembros humanos despedazados. En la orilla opuesta se leía un cartel: <>. (**Es6.656**))
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