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((**Es6.577**) Después de recibir Severino esta carta, estaba impaciente por ir a ver a don Bosco, pero la madre, por sus quehaceres, tardaba en llevarlo. Por fin, la víspera de la fiesta de san Severino, dijo el jovencito a su madre: -Como regalo del día de mi santo, llévame a ver a don Bosco. La madre le dio ese gusto. Al día siguiente, fue a Turín, habló largo y tendido con don Bosco y concluyó instando a su madre para que confiase a don Bosco su educación. Había dificultades, pero fueron vencidas con la siguiente carta: Carísimo en el Señor: Si como buen militar tienes el valor de aguantar la pensión ordinaria, te la daré gratuita, pero dejando a cargo de tu madre los gastos menudos de los libros y ropa; para lo que se necesita de equipo, pregunta a los que ya han estado aquí con nosotros. ((**It6.765**)) Si esto te va bien, ven pronto y trabajaremos de todo corazón para el bien de tu alma. Dios te bendiga, y créeme tuyo Turín, 9 de octubre 1860 Afectísimo en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. Aquel joven voló al Oratorio. A estas invitaciones se unían las inspiraciones de la Virgen. Enrique Bonetti, de veinticuatro años, natural de Caprino, provincia de Bérgamo, después de vestir la sotana tuvo que dejarla más tarde ante una gravísima dificultad que se atravesó en su camino hacia el sacerdocio. Hubo, por tanto, de buscar el pan con el fruto de su trabajo y llegó a Turín, donde encontró un empleo. Pero las antiguas aspiraciones, que seguían vivas en él, la compañía de gente descreída y viciosa en la casa donde vivía, la obligación de prestar servicio en su trabajo en los días festivos, las dificultades que encontraba para el ejercicio de las prácticas de piedad, le hacían penosa la vida. Estaba ocupadísimo durante toda la semana, y cuando tenía media hora libre iba al Santuario de Nuestra Señora de la Consolación para suplicar a su dulcísima Madre que le concediera pronto poder retirarse de los peligros del mundo. La Virgen escuchó sus fervientes deseos. Un domingo por la tarde encontrábase más triste que de costumbre y para distraerse se encaminó por una de las alamedas próximas al Oratorio. De pronto llegó a sus oídos un fuerte, alegre y confuso griterío juvenil. Paróse (**Es6.577**))
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