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((**Es6.348**) estaban convencidos en el Oratorio de esta virtud de don Bosco, y si no surgieron nunca dudas acerca de la veracidad de la cuestión. ((**It6.458**)) Es de advertir que los suspicaces, los propensos a interpretar de la peor manera todo dicho o hecho ajeno, no podían ciertamente faltar en una comunidad tan numerosa, en la que había cada año bastantes alumnos nuevos, muchos de los cuales tenían dieciséis y veinte años y no conocían a don Bosco más que de nombre. Pero, el ya mencionado profesor Turchi responde en su manuscrito: <>-Don Bosco, le desafío a leer mis pecados; más aún, le invito a decirlos en alta voz y que todos los oigan. >>Respondióle don Bosco: >>-Acércate. >>Cuando lo tuvo al lado, lo miró a la frente y le dijo unas palabras al oído. La cara del muchacho se encendió como una brasa. Volvió don Bosco a mirarlo a la frente y díjole de nuevo alguna otra palabra en secreto, que tal vez precisaba de una manera pormenorizada su vida pasada. El muchacho se echó a llorar y gritó: >>-Usted es el que me confesó esta mañana en la iglesia de la Consolación, esto no se puede hacer. >>-íImposible!, interrumpieron los compañeros; don Bosco no ha salido de casa esta mañana; ni podía ((**It6.459**)) saber que tú te hubieras confesado. Estás muy lejos de la verdad, porque todavía no sabes quién es don Bosco. íEsto es cosa de todos los días! >>Ante aquellas evidentes razones el buen muchacho se tranquilizó y desde aquel instante puso toda su confianza en don Bosco. Yo presencié el hecho; y también da testimonio del mismo don Miguel Rúa. (**Es6.348**))
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