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((**Es6.33**) primeras vísperas de la vigilia se adorna la iglesia con colgaduras, franjas doradas recorren la cornisa, lámparas y arañas de luz cuelgan de los muros, el altar se reviste con todas sus galas, todo son luces, flores y armonía. Al día siguiente, con las primeras luces de la aurora, comenzó el incruento sacrificio; sucedíanse los sacerdotes en el altar y repartíase a la numerosa muchedumbre el Pan de los Angeles, ((**It6.28**)) mientras las argentinas voces del coro juvenil se unían a las graves y prolongadas notas del órgano, extasiaban el alma y la embriagaban de delicia sobrehumana. Alternábanse de este modo las horas de oración con las de recreo; hubo, después, misa solemne, vísperas cantadas, panegírico del Santo. Cerró los actos religiosos una solemne y devota procesión que fue como la corona de todos ellos. Era un espectáculo conmovedor ver a aquellos muchachos del pueblo, alineados en dos filas, que marchaban con aire modesto y recogido, mientras unos hacían sonar los instrumentos de la banda, otros cantaban himnos y finalmente algunos llevaban a hombros la estatua del Santo Patrono. Cerró el solemne acto la bendición con el Santísimo impartida a la nutrida muchedumbre. Después de ofrecer a Dios las primicias, y la mayor parte de la jornada, llegó la hora de las alegres diversiones. Reuniéronse todos en el espacioso patio, donde en lo alto de un balcón extraíanse y se proclamaban entre alegre gritería los números de la rifa, para la cual se habían repartido gratuitamente un poco antes los billetes. El afortunado podía escoger libremente el premio entre los mil diversos objetos expuestos en mesas oportunamente preparadas, mientras latía fuertemente el corazón y temblaba la mirada de los espectadores, no favorecidos todavía por la suerte, víctimas del ansia mal reprimida. Mientras tanto se van apiñando los espectadores en otra sala. Se encienden las luces, la orquesta afina y prepara los instrumentos, y por fin, se levanta el telón. Y he aquí a los alumnos de don Bosco, transformados en actores para representar con gracia y desenvoltura admirable: allí, el cómico con todos los secretos de una mímica perfecta, tan al vivo, tan al natural, que no se podría pedir más al artista consumado; allí, el padre noble, el viejo criado; allí, el personaje que canta y habla a las mil maravillas. El público aplaude con frenesí y quisiera parar al día en su rápida carrera. Pero el espectáculo teatral toca a su fin y, como todo lo mortal, pasa y fenece. Ya empezaba la noche a desplegar su manto y hacíase cada vez más densa la oscuridad, cuando de pronto se oyó un estampido y el silbar de los cohetes que rasgaban las tinieblas con repentino fulgor. Cintas de fuego trazaban sus espléndidas curvas bajo la bóveda del cielo y estallaban esparciendo haces de centelleantes estrellitas. Cortada la cuerda que lo tenía preso, se lanzó a lo alto un globo aerostático que subió al espacio y se perdió entre las oscuras tinieblas, mientras la muchedumbre arrobada tendía la mirada y aplaudía sin cesar. ((**It6.29**)) Difícil trabajo sería querer expresar con palabras el gozo que se traslucía en todos, la alegría de la multitud de padres y parientes que habían acudido, el orden que reinaba en todas partes, los solícitos cuidados de don Bosco y de sus colaboradores, para que resultara lo más espléndida y agradable posible aquella fiesta de familia. iAh!, sin duda puede con razón envidiar estas diversiones sencillas e inocentes la edad provecta arrebatada por el turbión del mundo, donde se ríe a flor de labios, mientras el corazón está desgarrado y, donde a los vanos placeres, sigue frecuentemente con pie veloz el aburrimiento y un remordimiento duradero. Hubiera yo deseado que estuvieran presentes en el Oratorio de Valdocco, como(**Es6.33**))
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