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((**Es6.266**) vacaciones para darles con regularidad sus lecciones, de modo que muchos de ellos alcanzaron excelente resultado. Asimismo preparaba a algunos de los más dotados para la licenciatura y el doctorado; y entre los Superiores de Congregaciones religiosas fue el primero, y a la sazón el único en tomar esta medida, matriculando en la Real Universidad de Turín a sus alumnos para cursar Letras, Filosofía y Matemáticas, como nos lo confirma el canónigo Anfossi, que fue uno de ellos. Pero nunca los dispensó de presentarse a los exámenes anuales de Teología. Con esta medida demostraba don Bosco la necesidad de que el clero se armara con la exigencia de las leyes, para oponerse hasta donde fuera posible a la instrucción laica, impía y escandalosa; tutelaba un gran número de vocaciones eclesiásticas, demostraba frente al mundo la importancia que daba a los estudios y preparaba la expansión, también fuera de Turín, de su Pía Sociedad, la cual de no ser así, no hubiera podido seguir enseñando en el Oratorio. Don Bosco había tomado esta determinación de acuerdo con el Vicario General de la Diócesis, según el testimonio de don Miguel Rúa; pero no todos los eclesiásticos, aun algunos muy piadosos, vieron con buenos ojos esta medida. Algunos obispos la desaprobaban, casi condenando al buen sacerdote por haberse doblegado a las injustas pretensiones del Gobierno. Y ellos no permitían que ((**It6.347**)) su clero se presentara a tales exámenes. Pero más tarde, considerando las consecuencias que su opinión producía en perjuicio de las almas, se dieron cuenta de la gran prudencia con que él había actuado en favor de los intereses de la Iglesia. Don Bosco los había exhortado a rendirse ante aquella necesidad, aduciéndoles la razón de que sin esta medida el clero perdería todas sus escuelas; y muy pronto imitaron su ejemplo. También aconsejó a los Superiores de varias Ordenes religiosas que proporcionaran a sus Centros profesores titulados de la propia orden; al principio quedaron sorprendidos, pero más tarde reconocieron que no se podía proceder de otra forma. De esta manera, por iniciativa de don Bosco, hubo muchos sacerdotes y clérigos, además de los suyos, que alcanzaron los títulos legales para la enseñanza clásica elemental y superior. Para salir airoso en esta empresa no ahorró trabajos, gastos ni disgustos. Son realmente increíbles las dificultades que arrostró, pero a cada obstáculo que encontraba cobraba nuevas fuerzas. A pesar de todo, al principio acusábase también a don Bosco de imprevisión, porque el atender a estos estudios, no estaba exento de (**Es6.266**))
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