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((**Es6.212**) también a los muchachos abundante comida, pobre unas veces, espléndida otras, según las posibilidades de quien les alojaba, pero siempre reinaba franca alegría en todos. Dormían en cama en alguna ocasión, repartidos entre muchas familias, o bien sobre colchones o jergones, pero de ordinario en la paja o en bancos colocados en plantas bajas o cobertizos abrigados. En los casos en que era casi imposible conciliar el sueño entraba en escena Tomatis con su repertorio, imitaba a la perfección la voz de cualquier animal y lograba que el lugar destinado al reposo se convirtiera en una arca de Noé. Una vez le pusieron con los demás en el pajar de un castillo. Había un perrazo guardián a la puerta. Aguardó Tomatis a que reinara el más profundo silencio y empezó a imitar un débil y triste ladrido. El perro contestaba y Tomatis, después de repetir el juego a intervalos, acabó por excitar con su voz al can a ladrar furiosamente. El portero intentó acallar a su perro dos o tres veces y como no cesaba, salió gritanto: -Qué diantre le pasa esta noche a mi perro? Tomatis calló fingiendo dormir y calló también el perro. Al ver que habían cesado los ladridos, volvió a acostarse el portero. Pero al cabo de un cuarto de hora, empezó otra vez la misma música. Como el portero no podía dormir después de una hora, salió furioso gritando: -íNo ((**It6.272**)) hay manera de pegar el ojo! íTuso, calla! Pero era inútil; Tomatis seguía azuzando al perro por lo bajo. Comenzó entonces el portero a lanzar piedras al inquieto mastín. La comedia duró hasta la medianoche y los muchachos a duras penas contenían la risa para que no se descubriera la farsa. Otra vez dormía Gastini con un compañero en una habitación y Tomatis con otros muchachos descansaba en una sala grande contigua; fingían dormir, pero estaban al acecho para hacerle una broma planeada con tiempo. A cierta hora, como solía hacer, se levantó Gastini, salió de la habitación y bajó a la era para respirar el aire fresco de la noche. Saltó Tomatis de la cama, corrió a despertar al compañero, se llevaron las dos camas y la mesita de noche y dejaron tan sólo las sillas en medio del cuarto. Todo estaba a oscuras. Entró Gastini, tropezó con las sillas y empezó a rezongar, se acercó adonde estaba la cama y no la halló, creyó haberse equivocado de habitación, dio vueltas en derredor, buscó al compañero y no lo encontró. Encendió una cerilla y no reconoció el lugar. Hablaba a solas consigo mismo expresando sus (**Es6.212**))
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