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((**Es5.489**) un principio de congregación, porque empezaban a considerar el Oratorio como su propia casa. Este principio, aunque arraigado en varios corazones, ((**It5.687**)) no brotaba todavía al exterior, y aquellas reuniones parecían algo totalmente libre, y una especie de piadosas reuniones de los hijos mayores en torno a su padre para oír lo que él creía más oportuno para la buena marcha material y moral del Oratorio. Así fueron consideradas por toda la Comunidad hasta más allá de 1860. Don Bosco tenía muy serios motivos para mantener secreta a los alumnos la realidad de sus intenciones. Apenas si se atrevía a hablar de ello a uno o dos de los más leales, para no asustar a los que deseaban ayudarlo. Cuando invitaba a uno a quedarse a vivir con él, nunca hablaba de Orden o Congregación religiosa, ni pronunciaba jamás las palabras novicio, noviciado, profesión, votos, porque ípobre de él! todos huberan escapado. Tenía en su contra los prejuicios, los errores, las calumnias, las burlas contra los frailes, con las que iba la impiedad aturdiendo el mundo; las almas más decididas se hubieran desalentado al no saber cuál sería su fin, dado que el Gobierno suprimía las órdenes religiosas. Añádase que aquellos buenos chicos eran muy jóvenes e inexpertos. En efecto, más adelante, casi todos los primeros sacerdotes del Oratorio y los coadjutores más conspicuos solían repetir: <<-Si don Bosco nos hubiera dicho: ->>Quieres entrar en la congregación? Y nos hubiera explicado claramente qué significaba Congregación, ni uno sólo de nosotros hubiera entrado. Pero don Bosco nos invitó con su caridad, y nosotros, como ovejitas atraídas por una verde pradera, entramos en su redil. Y felices nosotros que nos dejamos conquistar. Entonces, para invitar a uno a formar sociedad con él, nos decía sencillamente: ->>Tú quieres a don Bosco? >>Te gustaría pasar tus años de seminarista aquí en el Oratorio? >>Te gustaría, con el ((**It5.688**)) tiempo, ayudar a don Bosco en sus trabajos? íOh! íCuánta labor a la vista! Aunque continuaran en casa todos los sacerdotes y clérigos habría trabajo para todos. Y nosotros quedamos seducidos y presos. <(**Es5.489**))
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