Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es5.394**) Virgen en el Templo, después de las oraciones, para que sus palabras hicieran mayor impresión, preguntaba a alguno de los mayores y, obtenida la respuesta que quería, daba una sencilla explicación. >>El primer día de la novena, subido al pequeño púlpito o a un taburete, llamó por su nombre al clérigo Vaschetti, a quien solía preguntar muchas veces, y le invitó a contestar: >>->>Por qué hemos de tener por cierto que Dios quiere darnos la gloria? >>El clérigo respondió convenientemente, y don Bosco agregó: >>-Sí, porque el Señor nos ha hecho nacer en el seno de la Iglesia Católica, prefiriéndonos a tantos otros, nacidos en medio de pueblos que viven en el error. Por nuestra parte, tenemos que creer todo lo que El ha enseñado a la Iglesia, guardar sus mandamientos y evitar todo lo que nos prohíbe. >>Luego invitó a todos a dar un vistazo, durante estos días, a los años pasados y a reflexionar si se emplearon bien; y volviendo luego las páginas del libro de nuestra vida, echar cuentas y reconocer si ha sido mayor el bien o el mal. >>El segundo día preguntó de nuevo a los jóvenes: >>->>Por qué hemos de tener por cierto que Dios quiere darnos la gloria? >>Y replicó, una vez que le respondieron: >>-Porque ((**It5.555**)) no sólo fuimos creados por El y puestos en el seno de la Iglesia Católica, sino que nos dio el bautismo y nos adoptó por hijos suyos. Pero nosotros hemos de recordarnos, de que con las promesas bautismales, hechas por medio de nuestros padrinos, hemos renunciado al mundo, al demonio y a la carne y hemos prometido solemnemente ser fieles a Jesucristo y a su Iglesia. >>Durante siete noches consecutivas dirigió don Bosco a los muchachos la misma pregunta, y fue dando las razones por las que Dios quiere nuestra eterna salvación. >>-Porque Dios no sólo nos ha hecho nacer en el seno de la Iglesia y nos ha dado el bautismo, sino además porque Jesucristo instituyó la confesión, por la cual podemos adquirir la gracia, en el caso de haberla perdido por el pecado, no sólo una vez, o dos, o ciento, sino muchas más, hasta millares de veces. Pero recordad que no hay esperanza de perdón, si no es con una sincera acusación, un dolor verdadero y una eficaz resolución de no volver a ofender a Dios. >>-Porque, además de lo dicho en las noches anteriores, Jesucristo nos ha favorecido maravillosamente con la institución de la Santísima Eucaristía, dándonos su cuerpo para nuestro alimento y su sangre (**Es5.394**))
<Anterior: 5. 393><Siguiente: 5. 395>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com