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((**Es5.293**) <((**It5.406**)) diócesis; y aún más, gracias a una recomendación suya especial, conseguí que el Arzobispo Fransoni me concediera un patrimonio eclesiástico>>. No se resentía por estas deserciones, nos contó el canónigo Anfossi; bendecía a los que se despedían de él, para que siguieran por el camino de la virtud e hicieran el bien a las almas. Y agregaba el canónigo Ballesio: <>Sin embargo, no se debe callar la amargura que le causaron ciertos desengaños. Le sentaron muy mal los abandonos de muchos a quienes había colmado de atenciones, con los que había gastado cuantiosas sumas para que consiguieran títulos oficiales con el compromiso, al menos implícito, de quedarse con él. Y algunos se lo debían todo a él: ciencia, bienestar, distinciones y hasta su condición social. A don Bosco le dolía la ingratitud como algo malo por sí mismo, pero no se quejaba de ello y, si alguna vez exteriorizaba su disgusto, lo hacía con toda resignación a la voluntad de Dios y para advertir a ciertos espíritus débiles y volubles en sus propósitos. Pero aún en estos casos, el seguía amando a los ingratos, invitándoles a que fueran a verle en el Oratorio y siendo su bienhechor, cuando era menester>>. Recordaba con frecuencia a los que habían vuelto a sus diócesis y habían alcanzado el carácter sacerdotal. Decía muchas veces: -íCuánto me satisface que aquellos hijos míos ((**It5.407**)) que trabajan en el ministerio sacerdotal vengan alguna vez a verme para convencerme de que continúan por el buen camino! Y cuando iban, los recibía con gozo y, si a mano venía, les recordaba los avisos que les daba de niños. Comentaba en ocasiones la (**Es5.293**))
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