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((**Es5.270**) libros traídos consigo, que hubo de presentar a principio de curso, ocultó algunos de los peores para su inexperta edad. Cuando don Bosco supo el malvado engaño, volvió a escribir a su padre: Muy apreciado Señor: Su carta y cuanto yo he sabido decir a su hijo Juan, no le han causado impresión alguna. Le he llamado a mi habitación hace un momento y le he dicho cuanto he sabido. El calla y no responde o suelta una sarta de mentiras. Ha leído aún durante la misa y la predicación los libros más indecentes y prohibidos bajo excomunión. Dice que mañana, 24 de diciembre, va a casa; determine lo que quiere hacer; yo no puedo tenerlo por más tiempo. Su profesor me ha mandado a decir que no lo acepta en la clase, si no viene acompañado de una carta. La razón es que estudia poco y falta con frecuencia a clase. ((**It5.374**)) Me sabe mal tener que darle estas noticias, pero no quiero engañarle. Si en algo puedo serle útil, cuente conmigo, que de veras me profeso siempre, su seguro servidor JUAN BOSCO, Sac. El caso parecía desesperado, mas no lo fue. En el Oratorio se vivía, todos estaban persuadidos de ello, en un ambiente donde aleteaba lo sobrenatural de forma sensible. En efecto el 24 de diciembre se cumplía una predicción que don Bosco había hecho casi dos años antes, y había mantenido continuamente preocupados a todos los alumnos a la espera de su cumplimiento. No podía ninguno sustraerse a la evidencia del hecho. Hablaremos de él en el capítulo siguiente. Nuestro muchacho experimentó una sacudida violenta y saludable; pidió perdón, suplicó a don Bosco y siguió en el Oratorio. Luego cambió radicalmente de conducta y se mantuvo fiel. (**Es5.270**))
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