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((**Es5.218**)((**It5.297**)) CAPITULO XXVII UN MUCHACHO PRENDADO DE DON BOSCO ANTES DE VERLO - CARIÑOSO ENCUENTRO - BURLAS Y PEDRADAS - DON BOSCO RECOGE EN EL ORATORIO A ALGUNOS DE SUS IMPOSTORES - EN SAN IGNACIO - UN PERIODISTA LIBERAL - APOSTASIA Y MUERTE - LECTURAS CATOLICAS - CARTAS DE DON BOSCO AL CONDE DE AGLIANO SOLO el nombre de don Bosco ejercía un poder encantador entre los mismos muchachos que no le conocían personalmente. Juan Villa, natural de Ponderano, cerca de Biella, nos habla así: <((**It5.298**)) enseñaba las verdades de nuestra santa religión. Añadió que aquel sacerdote estaba construyendo una iglesia y nos recomendó que diéramos una buena limosna para ayudarlo, convencido de que habríamos secundado su deseo y que aquella caridad revertiría en favor de muchos de nuestro pueblo que iban a trabajar a Turín. Ensalzó tanto a don Bosco, con tal entusiasmo habló del cariño que profesaba a los muchachos y del bien que les hacía, que conmovió al auditorio. Yo, que contaba entonces catorce años, al oír al párroco me formé una gran idea de don Bosco y tenía deseos de conocerlo. Tres años más tarde, por circunstancias familiares, me enviaron mis padres a Turín, y me faltó tiempo para ir a Valdocco. Al verle por primera vez, al experimentar la paternal afabilidad con que me recibió, sentí una impresión (**Es5.218**))
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