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((**Es4.558**) El profesor don Juan Turchi nos contaba también: <((**It4.731**)) otras noches. Después, empezaron a ver aquella luz durante la noche todos los de la familia con tal miedo que, hasta los hijos mayores, fuertes y animosos, se espantaron. Durante el día se hacían los valientes, pero de noche, en cuanto aparecía la extraña luz perdían su valor, tanto que la familia desmejoraba a ojos vistas. Rezaban y hacían rezar, y hasta me parece que encargaban misas, pero sin éxito. Aquello duraba ya meses, cuando uno aconsejó que recurrieran a don Bosco. Lo hicieron. Don Bosco, después de oírles todo, dijo: -Mañana no podré, pero pasado mañana a tal hora (y se la indicó) celebraré la santa misa por todos vosotros y espero que quedaréis libres de esas manifestaciones; id también vosotros pasado mañana a oír la misa en Bra a la hora en que yo la celebraré. Así lo hicieron, y desde entonces aquella familia no tuvo que sufrir más comunicaciones de este género. En Bra, y particularmente en aquel caserío, el caso es notorio. Todo esto me lo contó hace pocos años el piadoso, virtuoso, celoso y culto sacerdote señor Gazzani>>. Disturbios semejantes, y aún peores, se reprodujeron durante aquellos años en muchos otros lugares, y en vano intentó averiguar su causa la autoridad judicial. Las prácticas espiritistas seguían dando pábulo al orgullo y al odio de Satanás contra Dios y la humanidad. Periódicos y anuarios sobre el Espiritismo publicados por una sociedad turinesa, narraban hechos asombrosos y exponían perversas doctrinas. Estas hojas eran leídas ávidamente por muchos. Entonces don Bosco, para infundir horror entre el pueblo contra las prácticas espiritistas y el demonio, que era su causante, rogó con premurosas instancias a fray Carlos Felipe de Poirino, sacerdote capuchino, que escribiera un opúsculo que él imprimiría por su cuenta. El docto religioso aceptó el encargo y escribió un librito, en el que, con testimonios del Antiguo y del Nuevo Testamento y de la historia, probaba la existencia de los ((**It4.732**)) ángeles rebeldes, su eterno castigo, su morada en este mundo, su formidable poder, limitado por Dios, sobre las cosas externas; demostraba que las tentaciones y obsesiones diabólicas son permitidas por el Señor para purificación (**Es4.558**))
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