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((**Es4.284**)((**It4.366**)) CAPITULO XXXII UNA ESPINA PARA DON BOSCO -LA PASION CIEGA EL ENTENDIMIENTO -PRUDEN TE OBSERVACION DEL TEOLOGO LEONARDO MURIALDO -CARTA DE DON JOSE CAFASSO A DON PEDRO PONTE -ASAMBLEA PERVERSA Y TEMPESTUOSA -DESERCION Y GUERRA DECLARADA -INSULTOS, FIRMEZA Y PACIENCIA A la par que organizaba don Bosco la tómbola, con su rostro siempre sonriente, disimulaba una aguda espina, la cual no tenía fuerzas para disminuir la energía de su acción. Ya hemos expuesto los malentendidos que, a fines de 1851, empezaron a dividir los ánimos de algunos de los que se interesaban por los Oratorios festivos. Había entre ellos personas que parecían contrarias a la buena marcha del Oratorio de Valdocco, porque don Bosco no tenía en cuenta sus pretensiones. Iban a porfía esparciendo cizaña entre los muchachos que acudían a él, sin perder ocasión de hallar pretextos para la maledicencia. Sobresalía uno, cuyo verdadero nombre, respetaremos apodándole don Rodrigo. Hubo quien le prestaba oídos, porque <> 1. ((**It4.367**)) Alguno se preguntará: >>Y por qué don Bosco se había asociado tales colaboradores? Porque eran buenos y celosos; solamente que la pasión velaba su inteligencia y ya no razonaban. Pero >>no eran testigos de las muchas virtudes que adornaban a don Bosco? Aunque las hubieran conocido, no podían apreciarlas en el estado de ánimo en que se encontraban. Por lo demás, estaban con don Bosco solamente en los días festivos, ocupados en sus catecismos y en medio del alboroto de toda una turba de muchachos, de modo que no tenían tiempo para estudiarle ponderadamente. Además, don Bosco era tan sencillo en sus palabras, en sus acciones, hasta en sus hechos más extraordinarios, daba tan poca importancia a cuanto 1 Prov. XXVI, 22. (**Es4.284**))
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