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((**Es3.298**) fieles: <((**It3.381**)) hechos o palabras: Nolite tangere Christos meos: porque lo que se hace o dice contra ellos, es hacerlo o decirlo contra mí mismo. Qui vos spernit, me spernit. Una segunda observación nos manifiesta cómo don Bosco no quiso limitarse únicamente a esbozar la vida de San Vicente, sino que estudió, una por una, las virtudes teologales y cardinales y escribió casi un memorial de las mismas como norma para su vida. En efecto, con las diferencias de los tiempos y las nuevas y diversas modalidades que su vocación especial exigían, imitó de tal modo al Santo que, al recorrer muchas de las páginas del libro, un lector que haya conocido a don Bosco, se siente impulsado a sustituir con su nombre el de San Vicente; tanto se asemejan. Son idénticos los objetos de su más tierna devoción; igual su celo por la gloria de Dios y su total abandono en las manos de la Divina Providencia; idéntico su amor por las órdenes y congregaciones religiosas; igual su caridad para atender a los desamparados, instruir a los presos, servir a los enfermos contagiosos y convertir a los herejes. Y para demostrar nuestra afirmación, hacemos notar cómo don Bosco, dotado por naturaleza, al igual de San Vicente, de un temperamento bilioso y de un espíritu vivaz e inclinado a la cólera, lo imitó en su dulzura para ganarse el corazón de los hombres y copió de él, como por reflejo, la suave afabilidad de San Francisco de Sales. Se puede decir que el espíritu de don Bosco es el de San Francisco, pero transmitido a través del corazón de San Vicente. En efecto, don Bosco escribía las normas sacadas de su querido modelo para adquirir: Congregationi pauperum affabilem te facito... (Hazte querar de la asamblea). 1 ((**It3.382**)) Fundaba el Santo su dulzura en dos principios: uno era la palabra y el ejemplo del Salvador y el otro el conocimiento de la debilidad humana. En cuanto al primer principio, decía que la dulzura y la humildad son dos hermanas que se acoplan muy bien: Jesús enseñó a unirlas al decir: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y estas palabras las mantuvo 1 Eccl. IV, 7. (**Es3.298**))
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