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((**Es3.277**) narraba algún hecho edificante o los entretenía con alguna breve instrucción, para inculcar los principios de la piedad y de la moralidad. Siempre alerta para que sus jóvenes no se escandalizaran con ningún mal ejemplo, les recomendaba fueran cautos al salir del Oratorio y al volver, y ((**It3.354**)) evitaran las malas compañías: Valdocco era uno de los lugares más deshabitados y peligrosos de la ciudad. Les enseñaba también el modo de comportarse con sus jefes. Les insistía para que aprendieran bien el oficio con el que deberían ganarse el sustento. Y añadíales: -La oración es lo primero; y con la oración el trabajo: el que no trabaja, no tiene derecho a comer. Pero insistía mucho en que practicaran con fidelidad los ejercicios de piedad, sin pensar en las necesidades del trabajo. Les inculcaba, y lo conseguía, que se distinguieran por su devoción en la iglesia, por su diligencia y docilidad en los talleres y por su conducta moral en todo. Les disipaba, además, cualquier impresión menos buena que hubieran podido recibir durante la jornada. Por eso se informaba de lo que habían oído o si habían corrido algún peligro; él sabía corregir maravillosamente las razones de pie de banco oídas y aconsejar oportunamente para preservar de todo escándalo. Les prevenía contra los posibles errores del día, enseñándoles a replicar a los que disparataban en materia de religión. Y en su empeño de educarlos cada vez mejor, los amaestraba sobre las grandes solemnidades y les hacía, en sus vísperas, un esbozo de la fiesta que se iba a celebrar, así que, casi sin advertirlo, sus ánimos se embebían en el espíritu de la Iglesia. No dejaba pasar una fiesta del Señor o de la Virgen sin prepararles a celebrarla devotamente, recibiendo los santos sacramentos. La frecuencia de éstos era el fin principal de todas sus santas industrias; por eso, antes de la misa, no permitía ningún juego; daba toda suerte de facilidades para confesarse; todos los días comulgaban algunos y los domingos casi todos los que asistían a misa. Don Bosco había establecido el principio: <((**It3.355**)) misa diaria son las columnas que deben sostener un centro de educativo>>. Ponía además un cuidado especial en que los muchachos se formaran idea exacta de las indulgencias y la manera de lucrarlas; y, unos días antes de las distintas solemnidades, anunciaba qué indulgencias se podían ganar, indicando, además, cuándo eran aplicables a las benditas almas del purgatorio. Otro medio eficacísimo fue el Ejercicio de la Buena Muerte. (**Es3.277**))
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