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((**Es3.24**) brevemente, pero con una eficacia incomparable para la reforma de las costumbres. Tal y como quedó impreso, lo practicó a partir de aquel año y se sigue parcticando todavía. Durante los primeros veinte años se celebró todos los viernes de cuaresma. Al principio, casi en privado con unos pocos, y, después, cuando fueron muchos los muchachos asistentes, el mismo don Bosco, precedido de la cruz y dos ciriales, revestido de roquete y estola, iba delante, de estación en estación, leyendo de rodillas con voz emocionante que conmovía a los otros, las narraciones, reflexiones y propósitos de su querido devocionario. Cada una de ellas terminaba ((**It3.15**)) con un pequeño recuerdo en latín de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, quizá para que luego fuera recitado junto al lecho de los niños enfermos o agonizantes. Junto a las devociones al Divino Salvador no podían faltar las dedicadas a su Santísima Madre. Escribía don Bosco a los jóvenes: "Estad íntimamente persuadidos de que todas las gracias que pidáis a la Santísima Virgen os serán concedidas, con tal de que no pidáis nada que sea para vuestro mal". Con tesón aconsejaba se invocara continuamente a María. La devoción al sagrado Corazón de María molestaba a muchos de los así llamados espíritus fuertes, imbuídos de ideas ultramontanas; y don Bosco, con su fe sencilla, convertido en propagandista, terminaba la visita al Santísimo Sacramento y la Corona al sagrado Corazón de Jesús con la oración al sacratísimo Corazón de María, escrita por San Bernardo. Y de este modo se convirtió ésta en una devoción cotidiana de los más fervorosos. Insistía para que por la mañana, por la noche y durante el día se repitiese: "Madre querida, Virgen María, haced que yo salve el alma mía", y previendo la definición dogmática, enseñaba para repetirla cada día, la jaculatoria: "Bendita sea la Concepción purísima de la Madre de Dios, Virgen santísima". Imprimía también el Oficio en honor de la Virgen. Quería se hiciesen en el Oratorio las prácticas de piedad que muchos jóvenes del campo habían practicado en sus propios pueblos. Por esto, apenas contó con un número de alumnos internos que pudieran leer en latín, empezó a cantar primero las Vísperas de la Virgen María por la tarde, entre el catecismo y la plática, y más tarde a recitar los Maitines y Laudes antes de la única misa, mientras él confesaba. Cuando contó con otro sacerdote en casa, se empezaron a cantar los Maitines y Laudes durante la segunda misa. ((**It3.16**)) Se reservaba el Oficio entero para los días de los Ejercicios Espirituales. Pero lo que más le interesaba a don Bosco era el santo rosario(**Es3.24**))
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