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((**Es3.139**) ((**It3.168**)) Es inmenso el bien moral que dichas normas producían en los jóvenes, porque muchos las cumplían fielmente, otros no descuidaban al menos las esenciales, y en cuanto a las prácticas de piedad, era difícil que, si no todas, recordasen diariamente alguna y la cumplieran. Durante la semana, cuando don Bosco estaba en Turín, seguía la costumbre, comenzada en la Residencia Sacerdotal de San Francisco, de hacer sus inspecciones acá y allá para mantener los frutos recogidos el domingo. Uno de sus principales cuidados era la visita a los jefes de los muchachos del Oratorio en los talleres o en las tiendas, especialmente cuando podía dar o recibir buenas noticias de los aprendices. Todos reconocían en los que frecuentaban la casa de don Bosco una evidente mejora de costumbres e instrucción religiosa, y eran muchos los jefes de taller que se dirigían a él en demanda de aprendices, porque sabían por experiencia, que eran obedientes, honrados y trabajadores. Sin embargo, él pedía siempre noticias de su comportamiento, y los jefes de taller o del negocio atestiguaban su satisfacción, porque aquellos muchachos, además de ser respetuosos, resultaban hábiles en su oficio. Y no faltaba la alabanza merecida de don Bosco para el que se había ganado, alabanza tan agradable que les estimulaba a ser mejores. La aparición de don Bosco en un taller resultaba una fiesta para jefes y aprendices, y cuando se despedía, le rogaban que repitiera pronto su visita. Y él les complacía llevando, a lo mejor, otro aprendiz. Al recorrer las calles de Turín, se encontraba frecuentemente con pobres chiquillos que le pedían limosna y sucedía, a veces, que no llevaba nada en el bolsillo. Entonces les animaba con buenas palabras a confiar en la divina Providencia, les exhortaba a no vivir ociosos y buscarse trabajo. Después les invitaba a ((**It3.169**)) ir al Oratorio el domingo siguiente. El entonces, si continuaban ociosos sin tener ellos la culpa, les buscaba un patrón, al que los recomendaba con más empeño que lo hubiera hecho su propio padre. En estas visitas a los talleres, que continuaron años y años, le y otros lugares peligrosos.-5. No tengáis amistad con los que han sido despedidos del Oratorio y que hablan mal de vuestros superiores o que buscan apartaros del cumplimiento de vuestros deberes; huid especialmente de lo que os aconsejan robar en vuestra casa o en otro lugar.-6. Finalmente, está prohibida la natación y el ir a ver nadar a otros, como una de las más graves transgresiones del Reglamento del Oratorio, porque en tales ocasiones suelen encontrarse graves peligros para el alma y para el cuerpo. (**Es3.139**))
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