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((**Es3.140**) acompañaban muchas veces don Juan Giacomelli y el canónigo Juan Bautista Anfossi. Y no sólo los muchachos empleados en oficios, también los esparcidos por tiendas, o plazas, le demostraban su cariño y su agradecimiento. Bastará citar algún ejemplo. íCuántas veces vieron los turineses por sus calles salir repentinamente de la puerta de una casa o de una tienda a los muchachos y apiñarse en su derredor para besarle la mano! La gente se conmovía por tanto afecto y admiraba la gran paciencia del hombre de Dios. El Arcipreste teólogo Giorda, que fue párroco de Poirino, le vio un día cercado de numerosos chiquillos que, por sujetarlo cariñosamente y festejarlo, lo apretujaron y empujaban de tal forma que varias veces estuvo a punto de caer al suelo. Entonces el Arcipreste, algo enojado, se acercó y empezó a reprenderles para que se apartaran. Pero don Bosco le dijo dulcemente: -Déjalos, déjalos que hagan lo que quieran. Iba don Bosco una noche por una de las aceras de la calle Doragrossa, hoy calle Garibaldi. Pasaba ante la puerta vidriera de una magnífica tienda de paños, cuyo cristal cubría toda la anchura de la puerta. Un buen muchacho del Oratorio, que estaba allí para chico de recados, le vio y, al primer impulso de su corazón, sin fijarse que la vidriera estaba cerrada, corrió a saludarlo; pero dio con la cabeza en el cristal y lo hizo añicos. Al violento caer de los vidrios, se paró don Bosco y abrió la puerta. El chiquillo, la mar de asustado, se le acercó; el dueño salió corriendo de la tienda y empezó a gritar; los transeúntes hicieron corro. ((**It3.170**)) ->>Qué has hecho?, preguntó don Bosco al muchacho. Y él ingenuamente respondió: -Le vi pasar a usted y, con el deseo de saludarle, no me dí cuenta de que debía abrir la vidriera y la he roto. En tanto el dueño seguía maldiciendo el descuido del chiquillo. ->>Y por qué le grita usted así? >>No ve que ha sido una inadvertencia? -Sí, pero entre tanto el cristal está roto y a mí me cuesta los cuartos. -Está bien; usted no va a perder nada, pero deje en paz a este pobrecillo: ha roto el cristal por mi culpa y yo lo pagaré. -Siendo así, no digo más. Y usted, >>quién es? -Soy don Bosco y resido en Valdocco. (**Es3.140**))
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