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((**Es3.109**) geografía, de lo que había antes de la creación del mundo y de lo que quedaría después de su destrucción, dónde estaba recogida tanta agua antes del diluvio; toda una infinidad de porqués, cuando no acertaban a explicarse esto o aquello. Don Bosco tenía que responder con franqueza a todos, de modo que quedaran satisfechos, con cuidado de no equivocarse ni contradecirse, porque los muchachos tomaban sus respuestas por oráculos y después se las contaban a sus padres y a personas instruídas, las cuales coincidían con su aprobación. De este modo llegaron a fomarse un concepto elevadísimo de la ciencia de don Bosco que, según ellos, era única e inigualable. Era necesario, pues, que don Bosco estuviese siempre alerta para no caer en la trampa; una sola vez que hubiese titubeado o dicho que no sabía responder, habría perdido, al menos ante algunos, la aureola que le convenía conservar por el bien de las almas. Tanto más que los estudiantes preguntaban en la escuela a sus profesores. Esta fama de ciencia universal era un vínculo -íla estima!- que le atraía a los estudiantes más inteligentes, y eran muchos los que, a su vez, influían sobre otros centenares más rudos; y así le resultaba fácil a don Bosco imponerse paternalmente a todos. Se había impuesto la ley de no ignorar nada de lo que sus muchachos conocían o que necesariamente debieran tener que aprender. Era un estudio nuevo y constante que sólo podía aguantarlo una memoria maravillosa como la suya; creemos que algunas anotaciones suyas sobre álgebra, hasta las ecuaciones de segundo grado, pertenecen a aquellos tiempos. ((**It3.129**)) Sería con todo una quimera suponer que don Bosco poseyera todo el saber humano: por esto, cuando no sabía responder a una pregunta, con gran habilidad y sin desconcertarse, salía del apuro con una evasiva. Y exclamaba por ejemplo: -íHola, siempre me toca decirlo todo a mí! Pero >>cómo, no sabéis estas cosas? íResponded al menos una vez! Si ahora no sabéis responder esta pregunta, pensadlo un poco, que no es tan difícil. Prometo un hermoso premio al que mejor responda el próximo domingo. Los muchachos se industriaban durante la semana para encontrar la solución al problema; iban a importunar a los maestros, al cura, a los peritos en la materia propuesta, y al domingo siguiente llevaban triunfantes la respuesta, que también don Bosco se había preparado. Pero él, además, sabía explicarla, presentándola en sus distintas partes, sacando las consecuencias y, si le venía bien, (**Es3.109**))
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