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((**Es19.35**) donde se convertiría en protector más valioso de sus hijos y de sus instituciones. Se puso, por tanto, a disposición de los Salesianos para honrar su memoria 1; pero los Salesianos, fijos en su idea, no hicieron nada hasta el mes de marzo. Y entonces, en la iglesia de San Carlos, el canónigo De Casas, contento de haber podido <>, entusiasmó a la multitud con una evocación plagada de imágenes de la caridad de don Bosco. ((**It19.30**)) Quizás algún día costará creer en la pasión que en aquellos tiempos se tenía por don Bosco en todo Chile. Los chilenos habían dado prueba de ello con la recepción que el año anterior tributaron a monseñor Cagliero. Conmovido don Bosco con aquellas noticias, había escrito en su última carta a don Ramón Jara: <>. No hubo una ciudad donde no se celebrasen los funerales, con oraciones fúnebres por los más celebrados oradores sagrados. En Talca, donde se acababa de abrir una casa salesiana, hizo el elogio del Siervo de Dios, el veintiséis de abril, don José Barrios, fundador de una familia religiosa para atender a la juventud chilena y acabado de curarse de una enfermedad gracias a las plegarias hechas a don Bosco y, como escribió un periódico del país 2, parecía un santo alabando a otro santo. Por su solemnidad lleváronse la palma las honras fúnebres de la capital; en Valparaíso no se recordaban otras mayores. Don Ramón Jara desplegó allí su extraordinaria oratoria 3. Había sido huésped del Oratorio y había predicado en Roma durante las fiestas de la consagración del Sagrado Corazón. <<íOh, qué dulce resulta, exclamó en el exordio, haber conocido a este venerable sacerdote!>>. Después continuó con tono fogoso: <<íAh, don Bosco, don Bosco! >>Por qué me engañasteis en Turín y en Roma? >>Por qué eran fuego vuestras palabras, rayos de luz vuestros ojos y todo calor vuestras manos, cuando vuestra vida estaba a punto de apagarse? >>Por qué me halagabais diciéndome que seríamos siempre amigos, si estabais escribiendo en secreto vuestra partida de la tierra? >>Por qué me recomendasteis que, a m i vuelta a la patria, ayudase a vuestros hijos y hablase de vuestras 1 Carta al Inspector, 8 de febrero, publicada con la Oración fúnebre (Buenos Aires-Almagro, Tip. del colegio <>, 1888). 2 El Conservador, 27 de abril. 3 La oración fúnebre fue publicada a continuación de la traducción española de la de Ali-monda (Buenos Aires-Almagro, Tip. Sal., 1888).(**Es19.35**))
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