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((**Es19.211**) Dios; una vida de paciencia inalterable, inagotable, de tal caridad verdadera y personal, como corresponde a quien siempre pone algo de su propia persona, de su mente, de su corazón, en el último llegado, a cualquier hora, y tras cualquier trabajo: un verdadero y continuo martirio en las durezas de la vida mortificada, frágil, que parecía fruto de un continuo ayuno. He aquí por qué el Beato don Bosco tiene perfectamente su puesto en medio de estos campeones de la fortaleza cristiana, profesada hasta el martirio. Honor sea dado a los miembros de estas grandes Familias que hoy tan justamente y más que nunca se regocijan con su recuerdo y exaltación. Y después se congratulaba el Padre Santo con ambas familias religiosas por haber producido tales atletas y tales ejemplos para el mundo, para la humanidad redimida, ya que solamente la Redención podía producirlos. Pero ejemplos y campeones también para la humanidad sin adjetivos, pues nunca es ella más honrada que cuando lo es por semejante productos, salidos precisamente de sus filas, que son verdaderas y grandiosas compensaciones para otras manifestaciones, para otros hombres, que llevan el nombre de hombres, pero que no lo son para el honor de la humanidad, pues no hacen más que alimentar las más innobles pasiones contra la virtud, contra Dios, contra la verdad y el bien, en fin contra todo lo que puede formar y forma el honor mismo de la humanidad. Extendía él ((**It19.251**)) los parabienes a toda la Iglesia y al universo mundo, puesto que las glorias exaltadas no sólo pertenecían a un pueblo, sino que eran producto del género humano y pertenecían a toda la humanidad. Finalmente, impartió las bendiciones pedidas para aquellos Países que, desde entonces, sonreían de alegría ante el refulgir de aquellas glorias supremas de santidad y de martirio; y después, a todos los que habían participado en aquel conjunto de cosas santas. Quedaba una última formalidad por cumplir y era la de los Consistorios, que son tres: uno secreto, otro público y el tercero semipúblico. No se trató en ellos solamente del Beato don Bosco, sino también del Beato Pompilio María Pirrotti, escolapio, y de las Beatas María Micaela del Santísimo Sacramento y Luisa de Marillac, fundadora la primera de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, y la segunda cofundadora de las Hermanas de la Caridad. Los dos primeros Consistorios se tuvieron en el mismo día, el veintiuno de diciembre. En el Consistorio secreto sólo participan los Cardenales. El Cardenal Prefecto de Ritos informó en él sobre la vida, virtudes y milagros de los Beatos y de las Beatas, y también sobre el desenvolvimiento de los actos realizados por la Sagrada Congregación (**Es19.211**))
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