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((**Es19.212**) en las cuatro Causas, terminadas con los decretos del Tuto; expresó por fin el augurio de que el Sumo Pontífice ratificase solemnemente los deseos universales en mérito a su deseada canonización. Su Santidad pidió entonces el parecer a cada uno de los Cardenales. Estaban presentes los Eminentísimos Granito Pignatelli de Belmonte, Lega, Sbarretti, Sincero, Pedro Gasparri, Bisleti, Ascalesi, Locatelli, Mori, Capotosti, Lauri, Lépicier, Segura y Sáenz, Pacelli, Marchetti-Selvaggiani, Rossi, Serafini, Dolci, Fumasoni-Biondi, Laurenti, Ehrle y Verde. Los veintidós Purpurados, por orden de antigüedad comunitaria, manifestaron su voto uno a uno, ante todo respecto a la primera canonización y después respecto a las otras tres. Terminada la votación, el Padre Santo les dio la enhorabuena por el éxito ((**It19.252**)) favorable de la misma y convocó el Consistorio semipúblico para el 15 de enero del próximo 1934. Una vez acabado el Consistorio secreto, ordenó Su Santidad que empezara el Consistorio público. Abriéronse enseguida las puertas del aula consistorial y entraron en ella los Prelados y otros personajes requeridos ad hoc. Intervinieron también los Postuladores y los representantes oficiales de las Embajadas de Italia, Francia y España. Cuatro Abogados consistoriales defendieron cada una de las Causas, primero el abogado Guasco en favor de la Causa de don Bosco. Después de las defensas, que acabaron todas implorando al Pontífice se dignase inscribir en el catálogo de los Santos a los dichos Beatos y Beatas, monseñor Antonio Bacci, Secretario de los Breves ad Principes, pronunció, en nombre de Su Santidad, un clásico discurso en latín, como respuesta. Que el Padre Santo estaba bien dispuesto a recibir las peticiones; que quería, sin embargo, en asunto de tanta importancia, la cual correspondía a su infalible magisterio, que, según la costumbre tradicional, fueran llamados a pronunciarse, juntamente con los Cardenales, todos los Patriarcas, Arzobispos y Obispos presentes en Roma el día quince de enero; que se rogase mientras tanto al divino Espíritu le concediera en abundancia sus luces 1. Una invitación formal, procedente del Asesor de la Congregación Consistorial, prescribió a todos los Patriarcas, Arzobispos, Obispos y Abades ordinarios, que se encontraban a cien kilómetros de Roma, que acudieran, si se lo permitían las obligaciones del ministerio pastoral, a la ciudad eterna para dar su voto. El día fijado, todos estos Prelados, en número de cuarenta, fueron admitidos con los Cardenales al Consistorio semipúblico. Se encontraba en esta ocasión entre los 1 Ap., Doc. 14. (**Es19.212**))
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