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((**Es18.215**) al espíritu cristiano. Naturalmente este movimiento de piedad y devoción suscitó indignación en los malos, los cuales ya chillan con rabia satánica. Pero nosotros callados, tranquilos y prudentes, vamos adelante, esperando que algún santo nos ayude a conquistar también a los hombres, esclavos unos del respeto humano, otros de los intereses y los demás de las pasiones. Hace un mes que está con nosotros don Angel Savio, el cual nos da muchas y buenas noticias de su misión por la Patagonia central y meridional. Se ha enterado por los indios tehuelches que existen muchas tolderías, diseminadas por la inmensa llanura de desierto central y a lo largo de las orillas de los ríos. En cuanto pase el invierno, volverá a Santa Cruz e intentará realizar una importante excursión por aquellos contornos. En esta excursión lo acompañarán algunos indios tehuelches, que él ha catequizado y bautizado, uno de los cuales es el que aparece en la fotografía de aquí, de Patagones, y que su paternidad puede ver a la izquierda del barbudo misionero. ((**It18.241**)) Don José María Beauvoir atiende a la misión con Fossati, hasta que llegue don Angel Savio. Don José Fagnano hace algún tiempo que está en Buenos Aires buscando dinero del gobierno y de los particulares, pero, según me escribe, con poca fortuna: y es una cuestión capital porque no puede partir para su prefectura hasta que no haya satisfecho al banco los préstamos hechos para levantar la iglesia. Las casas de San Carlos, Colón y Paysandú están también muy cargadas de deudas por las construcciones efectuadas y no pueden, a pesar de sus buenos deseos, ayudarnos los pobres habitantes del desierto. Y lo que más me apena es que nuestros sudores apenas llegan para pagar los intereses de las deudas. Estoy acosado por las cartas que me llegan de Chile: de Santiago, de Valparaíso, de Talca y de Concepción y respondo con buenas promesas y diciéndoles que tengan paciencia. Pero, con el personal que tengo, no puedo apenas dar un paso más y sólo don Evasio Rabagliati, que aún me lo disputa el colegio de San Nicolás, me podrá ser útil para empezar alguna cosa en Chile. Muy pronto deberé pensar en establecer al menos dos centros a lo largo del Río Negro; pero, sin personal y sin medios, no puedo lanzarme a tal empresa y espero una oportunidad. Mientras tanto, preparo una extensa relación para enviarla a Propaganda y una carta para Lyon y París. íAy, si nos llovieran luises de oro! Nos hemos enterado de su viaje a Barcelona y de que commota fuit tota civitas (se conmovió toda la ciudad). Y más aún, que le fueron ofrecidos omnia regna mundi (todos los reinos del mundo) y que su Paternidad los aceptó todos juntos con el mismo monte Tibi dabo, para ofrecerlos a su verdadero dueño, el Señor. Con este viaje, habrá contentado a los catalanes, pero no a los andaluces, que quedaron desilusionados y menos a los americanos los cuales hubieran querido inventar un ferrocarril aéreo para tener el honor de una visita suya. Con las autoridades civiles y militares vamos siempre bien, porque siempre llevo puestos los guantes en las manos. Pero no me fío de ellos ni confío en ellos. El pobre don Domingo Milanesio no hizo más que llegar de su penosísima misión y el General le hizo secuestrar todos los caballos, so pretexto de que eran del Gobierno. El probó, con documentos claros y escritos, que eran suyos, esto es, de la misión. No valió para nada. Acudí yo inmediatamente, fui a visitarle y en seguida echó la culpa a los vigilantes, que habían corrido demasiado. Aparenté creerle, aunque en Viedma no se mueve una hoja sin que él lo quiera, y añadió que ya había dado orden de que fueran (**Es18.215**))
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