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((**Es18.216**) restituidos nuestros caballos. Estaba conmigo don Angel Piccono, y, mientras nos hizo servir el té, le recordaba yo la protección que Inglaterra prestó a los misioneros y otras cositas del caso que él ha comprendido bien. Pero son militares y eso basta. Ya hace seis años que los Salesianos tomaron posesión de Patagonia y fueron seis años de lucha, de calumnias y de victorias conseguidas, mas a costa de disgustos y sacrificios. ((**It18.242**)) Pero, de no haber sido así, tampoco nuestra vida sería la de los misioneros. En cuanto a mí, estoy, después de la visita al Presidente, lleno de temores y de esperanzas y Aquel, que me ha mandado aquí, ya pensará en sostenerme. Con la llegada del nuevo Presidente vendrán desdichas sobre desdichas para la Iglesia, en este desgraciado país. Yo, sin embargo, tengo la palabra del presidente Roca. Pero como le falta una c para ser rocca (es la forma italiana para indicar roca o piedra dura) nada espero de él. Y vamos adelante a merced de Dios. Y si no me estorban, continúa el milagro, como dicen los buenos argentinos. Pero íay! si hablo de Vicariato o de Vicario: me <> inmediatamente con el destierro. Por esto, soy siempre el obispo Salesiano y Misionero apostólico, es decir, un misterio que ellos no comprenden y que no conviene explicar a ninguno. Vamos así adelante y, mientras tanto, se hace el bien en las barbas de gualicho, como dicen los indios. Necesito, por tanto, oraciones y, como es su Paternidad quien me metió en el baile, enséñeme a bailar porque yo ísólo sé tocar la música! Entre los hermanos sacerdotes, clérigos y coadjutores hay mucho esmero por observar las santas Reglas y progresar en las virtudes propias de un salesiano. Cada jueves nos reunimos las dos casas para una Conferencia en la que se trata un punto de casuística moral, de ascética o de disciplina para la buena marcha de nuestra misión. Se atienden mucho los oratorios festivos de los muchachos y de las niñas, y, de algún tiempo a esta parte, son muy frecuentados. Estamos también recogiendo las espigas perdidas, esto es, a los jóvenes y adultos indios e indias repartidos entre las familias cristianas. Y, a fuerza de insistir con solicitud y recomendaciones, logramos que nos los manden para instruirlos y bautizarlos: y, una vez bautizados, prepararlos para la primera Comunión. Sin embargo, a una buena parte de ellos, que viven mal con los cristianos, no se les puede conducir al bien; son espigas pisoteadas por las caballos y por los mulos quibus non est intellectus (que no pueden comprenderlo). Nuestro misionero de la Patagonia central, don José María Beauvoir, ha hecho una excursión hasta el Cabo Vírgenes, donde se va reuniendo gente de todas partes, atraída por el resplandor del oro 1. Y verdaderamente aquella arena es riquísima por la cantidad de oro que arrastra; y dicen los exploradores que en ciertos lugares resulta más rico y abundante que en California. íOh, si fuera cierto que nos encontrásemos en la edad de oro! Y, sin embargo, ni las gallinas lo miran, prefieren un insecto a las pepitas de oro. Reciba, amadísimo Padre, los saludos, los corazones y el afecto de todos sus ((**It18.243**)) hijos de la Patagonia. Rece por nosotros y pida para nuestra misión, la protección y las bendiciones de María Santísima Auxiliadora. 1 El Cabo de las Virgenes se encuentra en la embocadura del estrecho de Magallanes. Don José María Beauvoir había partido para esta excursión desde Santa Cruz, donde estaba con don Angel Savio desde el mes de marzo. Este, como ya dijimos, había podido ir allí debido a su calificación de agrimensor; don José María Beauvoir había ido como capellán del Gobierno. (**Es18.216**))
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