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((**Es18.104**) repasar las cosas ya explicadas o a valerse de un alumno inteligente que, estando junto a él en la cátedra, repetía en alta voz a sus condiscípulos cuanto el profesor le susurraba al oído. Todos los remedios habían resultado inútiles; pero el referido alumno fue el instrumento de la Providencia. Se llamaba José de Salas y era hijo de una noble familia. Habló del ((**It18.111**)) maestro a su madre y ésta expuso el caso a don Bosco, implorando ayuda. Don Bosco le dio una medalla de María Auxiliadora, para que se la llevara y le dijese que la introdujera en un poco de agua y después se la bebiera rogando a la Virgen que lo curase: -Espero que se pondrá bien, concluyó. El Padre siguió el consejo, aunque sin gran fe, confiesa hoy. Y con todo le volvió de repente la voz y no volvió a tener residuo alguno o síntoma del mal. Por eso, conserva todavía la medalla como oro en paño. Al salir del colegio de los Jesuitas, fue a consolar a una condesa enferma y, después, visitó el hospital fundado por doña Dorotea. En Sarriá estaba esperando mucha gente desde muy temprano. Al llegar en el coche, vio a muchos encaramados a los tejados, a las tapias y a los árboles de la calle. Como de costumbre, se asomó al balcón y dirigió unas palabras a la muchedumbre que aplaudía, gritaba Viva don Bosco y se arrodillaba en el suelo para recibir la bendición. La puerta de casa se mantenía fuertemente cerrada, porque hubiera sido imposible regular la concurrencia y evitar piadosos vandalismos. No se pudo evitar, sin embargo, alguna sustracción por parte de ciertos privilegiados, a quienes se concedió pasar por debidas consideraciones a visitar a don Bosco. íCuántas veces le tocó al secretario, en aquellos últimos días, renovar la pluma en el tintero o reponer en la cama nuevas prendas! MIERCOLES, 5 DE MAYO Hoy don Bosco celebró la misa en casa de doña Dorotea, donde se quedó hasta el mediodía con la familia; visitó después a la marquesa de Comillas. Allí fue don Luis Martí para acompañarlo a la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Este es un célebre santuario de la Virgen, muy querido por los barceloneses y meta de frecuentes peregrinaciones. Cualquier forastero, que sea creyente y pase por Barcelona, no se va sin pasar a saludar a Nuestra Señora de la Merced. ((**It18.112**)) Por esto también don Bosco, la víspera de su despedida de Barcelona, quiso ir (**Es18.104**))
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