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((**Es17.553**) luz, aquella claridad, en suma, un espectáculo semejante? Se puede gozar de él, pero no se puede describir. En éste y en otros recorridos había muchos que me acompañaban y que me animaban y animaban también a los Salesianos para que no se detuviesen en su camino. Entre los que me llevaban de la mano y me obligaban, por así decirlo, a seguir adelante, estaba el querido Luis Colle y muchos escuadrones de ángeles, los cuales hacían eco a los cánticos de los jovencitos que estaban alrededor de él. Me pareció, pues, estar en el centro del Africa en un extensísimo desierto viendo escrito en el suelo con grandes caracteres: <>. En medio estaba el Angel de Cam, el cual decía: -Cessabit maledictum y la bendición del Creador descenderá sobre sus hijos réprobos y la miel y el bálsamo curarán las mordeduras causadas por las serpientes; después serán cubiertas las torpezas de los hijos de Cam. Todos aquellos pueblos estaban desnudos. Finalmente me pareció estar en Australia. Aquí había también un ángel, pero no tenía nombre alguno. El guiaba, caminaba y hacía caminar a la gente hacia el mediodía. Australia no era un continente sino un conjunto de numerosas islas cuyos habitantes diferían en carácter y formas externas. Una multitud de niños, que vivían allí, intentaban venir hacia nosotros, pero se lo impedían la distancia y las aguas que nos separaban. ((**It17.645**)) Tendían las manos hacia don Bosco y hacia los Salesianos, diciendo: -íVenid en nuestro auxilio! >>Por qué no continuáis la obra que vuestros padres han comenzado? Muchos se detuvieron; otros, haciendo mil esfuerzos, pasaron en medio de los animales feroces y vinieron a mezclarse con los Salesianos, a los cuales yo no conocía y comenzaron a cantar: -Benedictus qui venit in nomine Domini. A cierta distancia se veían grupos de innumerables islas, pero yo no podía distinguir sus características. Me pareció que todo aquel conjunto indicaba que la Divina Providencia ofrecía una porción del campo evangélico a los Salesianos, mas para un futuro lejano. Sus fatigas darán su fruto, porque la mano del Señor estará constante con ellos, si saben agradecer sus favores. Si pudiera embalsamar y conservar vivos a unos cincuenta Salesianos de los que ahora están entre nosotros, de aquí a quinientos años verían qué destino tan estupendo nos reserva la Providencia, si somos fieles. De aquí a ciento cincuenta o doscientos años, los Salesianos serán dueños de todo el mundo. Nosotros seremos bien vistos siempre, aun de los malos, porque nuestro campo especial es de tal naturaleza que se atrae las simpatías de todos, buenos y malos. Habrá alguna mala cabeza que nos quiera destruir, pero serán intentos aislados que no tendrán el apoyo de los demás. Todo estriba en que los Salesianos no se dejen llevar del amor a las comodidades y de la desgana en el trabajo. Manteniendo solamente nuestras obras ya existentes y evitando el vicio de la gula, la Congregación Salesiana ha asegurado su porvenir. La Congregación prosperará, aun materialmente, si procuramos sostener y extender el Boletín y la obra de los Hijos de María Auxiliadora. íSon tan buenos muchos de estos hijos! Su institución nos dará Hermanos decididos a mantenerse en su vocación. (**Es17.553**))
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