Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.393**) También la señora Ana Chiesa sintióse inspirada para llevar a su hija Sabina, de quince años, que, después de una pulmonía, había quedado siempre enfermiza, y no se encontraba remedio alguno para reponerla; antes, al contrario, todo hacía temer que degeneraría en tuberculosis. Don Bosco la recibió amablemente y dijo sin más que le recetaría una medicina eficaz. La madre se figuraba quién sabe qué medicamento; en cambio, prescribió a la muchacha que rezara cada día, durante todo el mes de mayo, siete Avemarías a la Virgen Auxiliadora. El efecto obtenido fue realmente admirable; la enferma se recuperó tan plenamente que, trece años después, atestiguaba la madre que su hija, llegada a ser madre también, seguía disfrutando de perfecta salud. El diario menciona también a dos señoras, Carlota Odero y Mary Bellagamba, para decir que, aquejadas de una enfermedad en el pasado y habiéndose encomendado a las oraciones de don Bosco, volvían ahora satisfechas a darle las gracias, reconociéndose deudoras a él por la salud recobrada. El, que había recibido de Dios en tan gran medida gratias curationum, ((**It17.456**)) el don de curar a los demás, llevaba con resignación a la voluntad de Dios la pesada cruz de sus crecientes achaques; sin embargo, dispuso la Providencia que, al término del viaje, se sintiese menos agobiado, de suerte que, al partir de Sampierdarena y llegar a Valdocco, pudo producir con su semblante en el ánimo de sus hijos una impresión que no fuera de desaliento. Así, pues, acompañado del antiguo secretario don Joaquín Berto, que había salido a su encuentro, y del novel secretario Viglietti, se encaminó, la tarde del día seis de mayo, hacia Turín. Llegó al Oratorio cuando la comunidad estaba en la iglesia para la bendición y fue él mismo a darla. Después, escribe el cronista, <>. El afecto hacía que se diese un valor particular a circunstancias fortuitas. Así, otra crónica nos informa que, una hora antes de la llegada de don Bosco, mientras se estaba adornando el patio, un ruiseñor posado en un árbol llenaba el aire con sus alegres gorjeos, y todos los que lo oyeron, lo aclamaron como mensajero e intérprete de la próxima común alegría 1. 1 El poeta de ocasión dedicó al pájaro canoro estas dos estrofas de su himno <>. Mas en la noche, con divino encanto, un ruiseñor cantaba entre los ramos, (**Es17.393**))
<Anterior: 17. 392><Siguiente: 17. 394>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com