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((**Es17.394**) Monseñor Cagliero, en una carta no llegada todavía a destino, pero escrita el día cinco de mayo y enviada desde Buenos Aires, decía a don José Lazzero: <((**It17.457**)) grandes compañeros de armas de Jesucristo. íAh!, que el Señor y María Auxiliadora nuestra buena Madre nos lo conserven ad multos, sí, ad multos annos. íY, en cuanto a quererlo, ciertamente, no nos dejaremos vencer por vosotros; el corazón trabaja mucho más que la pluma! Os desafiamos a que le queráis más que nosotros>>. Esta porfía de afecto filial, a la que, el correr de los años y el sobrevenir de los afanes, no quitaba nada de su ingenua vivacidad a los hijos, perduró a la muerte del Padre en aquellos que él alimentó con su pan y nutrió con su fe. como anunciando el fin de nuestro llanto, pues los hijos de Adán, al fin, lloramos. Parecía decir en sus acentos: <<íYa está aquí vuestro Padre, estad contentos!>> Y, al escuchar su voz tan armoniosa, sentimos el placer con maravilla. >>Qué nos dirá su anunciación preciosa? íY el llanto resbalaba en la mejilla! Que hemos oído y visto al ruiseñor, de plumas tan florido embajador. (**Es17.394**))
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