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((**Es17.306**) como director. Lo mismo que el Oratorio de Turín, los Talleres salesianos de Sarriá aparecieron en sus principios como una miniatura de lo que llegaron a ser con el tiempo. Doña Dorotea fue hasta el 1891, año de su santa muerte, la mamá afectuosa y generosa de sus queridos Salesianos. Cuando don Miguel Rúa comunicó oficialmente al Capítulo Superior que ya estaba abierta la casa de Barcelona, se preguntó a don Bosco si no era preferible elegir para España un Inspector propio. El Santo contestó: -Por ahora déjense las cosas tal como están. Dentro de unos meses, veremos qué conviene hacer y a quién elegir. Las circunstancias nos aconsejarán qué partido tomar. Mientras tanto siga España dependiendo directamente del Capítulo Superior. Los meses se convirtieron en años, aunque no muchos; el año 1889 tuvieron las casas de España su primer Inspector en la persona de don Felipe Rinaldi. Dos fundaciones hubo en Francia el año cuya historia narramos, una en Lille y otra en París; pero hay el recuerdo de varias propuestas, que ocasionaron negociaciones sin resultado positivo. En Antibes, ciudad de la costa en el distrito de Grasse, ofrecían un terreno de diez mil metros cuadrados sin ninguna carga. Don Bosco hubiera querido aceptar, porque la localidad se prestaba para residencia de los muchachos de La Navarre y de Niza ((**It17.354**)) durante las vacaciones, para los ejercicios espirituales de los Hermanos y para los clérigos estudiantes de filosofía; pero cuatro mil metros cuadrados pertenecían a una sociedad inmobiliaria de Cannes, que los cedía gratuitamente, mas con ciertas condiciones que obstaculizaban la libertad, por lo que no se hizo nada. En Gevigney, cerca de Besançon, se habían aceptado de una manera general los inmuebles del anciano señor Villemont, para organizar en ellos una escuela agrícola; pero no se logró un entendimiento para acabar de una vez con las negociaciones y llegar a firmar la escritura. Volveremos a hablar de ello hacia el fin del volumen. Un sacerdote de la diócesis de Angulema, fundador de un orfanato, con un centenar de muchachos, carecía de personal seguro, por lo que estaba dispuesto a entregarlo todo incondicionalmente y hacerse él salesiano; pero como se requería inmediatamente numeroso personal, don Bosco aconsejó al fundador que continuara su obra y dispusiera después por testamento de lo suyo. La señora Cambulat, residente en Lourdes, quería regalar a don Bosco un castillo de su propiedad, próximo 1 Ap. Doc . núm. 48. (**Es17.306**))
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