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((**Es17.307**) a Toulouse, para que dispusiera de él a su gusto. Estaba enferma del corazón y tenía prisa por llegar a una conclusión. Don Bosco encargó a don Pablo Albera que visitara el edificio, autorizándolo para aceptar sin compromiso de ninguna clase. Al anunciarle la visita de su representante, añadía que se aceptaría el castillo para destinarlo a lo que pudiese servir a la mayor gloria de Dios. Pero unos consejeros de distinto parecer le hicieron poner la condición de que el inmueble debía transformarse en colegio y, por tanto, ya no se habló más del asunto. Con mejor suerte se llevaron a cabo las negociaciones para Lille. Unos excelentes cooperadores habían preparado el terreno. El viaje de don Bosco a Lille en 1883 ayudó admirablemente para acelerar las gestiones. Se esperaba a los Salesianos en el orfanato de San Gabriel, que lo había hospedado. Aquel centro benéfico proyectado en 1871 y abierto en 1874, albergaba muchachos huérfanos de la guerra franco-prusiana y lo dirigían las Hermanas de la Caridad. Los asilados, que habían ingresado de pequeñitos, pasaban ya de los quince años y no podían seguir al cuidado de aquellas religiosas. Por eso se ((**It17.355**)) llamaba a los hijos de don Bosco, para convertir el asilo en un centro de artes y oficios. La aceptación formal se realizó el día 16 de enero de 1884, por el Capítulo Superior; pero se prorrogó la apertura por algún tiempo para acabar de regular la propiedad, mediante una sociedad civil compuesta de franceses e italianos, en parte salesianos y en parte ajenos a la Congregación 1. El señor de Montigny, celosísimo cooperador salesiano 2, fue quien más contribuyó a la nueva fundación. La elección del Director recayó en don José Bologna. Don Bosco lo recomendó al señor Felipe Vaud, riquísimo industrial y cristiano ejemplar, que él llama su gran amigo 3; escribió también a monseñor de Quesnay, arzobispo de Cambrai y ordinario a la sazón de Lille, para pedirle las debidas autorizaciones. El Director tomó posesión del orfanato el día veintinueve de enero. Las hermanas no podían mostrarse más solícitas para darle toda suerte de informes y prestarse a lo necesario para el traspaso de poderes. El Arzobispo trató al hijo de don Bosco con la más afectuosa contesía 4. La mayor pena para don José Bologna era ver a los muchachos ir a la ciudad para aprender el 1 Ap. Doc. núm. 49. 2 Ap. Doc. núm. 50. 3 Actas del Cap. Sup. 16 de enero de 1884. (Se trata de introducir la causa de beatificación de los hermanos Vaud). 4 Sobre el recibimiento del Arzobispo y otras cosas. Véase Ap. Doc. núm. 51. (**Es17.307**))
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