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((**Es16.220**) Finalmente, la palabra de don Bosco los sacó de su ensimismamiento para decirles: -íEs algo singular! >>Recuerdas, Rúa, el camino que va de Buttigliera a Morialdo? Allí a la derecha, hay una colina; en la colina, una casita; y, desde la casita al camino, se extiende por la pendiente un prado. Aquella pobre casita era mi vivienda y la de mi madre; a aquel prado llevaba yo de muchacho dos vacas a pacer. Si todos esos señores supieran que han conducido en triunfo a un pobre aldeano de I Becchi, >>qué te parece?... íBromas de la Providencia! Se habló después de los dos opúsculos escritos, por Aubineau uno y el otro por un antiguo magistrado anónimo, que se vendían en favor de la Obra con tanto éxito, como sus retratos. Don Bosco escuchaba sin decir palabra ni hacer el más mínimo ademán, por donde se pudiese colegir qué pensaba, hasta que, por fin, con aire de infantil humildad, exclamó: -Quam parva sapientia regitur mundus! íSi el mundo pudiese ver quién soy yo!... íPero qué grande es la bondad y la providencia del Señor! íDios es quien ha hecho todo esto por su infinita misericordia! Aparta de lo que su humildad le hiciese pensar y decir, la verdad era que acababa de obtener en París un verdadero y grandioso triunfo. Al año siguiente, resonó todavía su nombre en el Parlamento francés. Monseñor Freppel, que, como vimos, había sido testigo ocular, pronunció en la Cámara el 2 de febrero de 1884 un importante discurso sobre la cuestión obrera, y tuvo estas expresiones: <((**It16.258**)) solución de la cuestión obrera mejor que todos los oradores del Parlamento italiano>> 1. Hubo quien quiso hacer el cálculo de las cantidades recogidas por don Bosco en la metrópoli francesa; pero creemos que es trabajo inútil cualquier intento de esta clase. Es muy probable, por no decir cierto, que don Bosco no supiese, ni siquiera aproximadamente, cuánto dinero pasó por sus manos. Casi cada tarde el hermano de la condesa De Combaud, banquero, enviaba a diversas direcciones el dinero obtenido de la caridad parisiense, que don Bosco le entregaba sin tomar nota. Estos hombres de la Providencia, que no atesoran 1 Sacado del amplio informe de la sesión en Nouvelliste du Nord et du Pas-de-Calais, Lille, 7 de febrero de 1884. (**Es16.220**))
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