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((**Es16.221**) para la tierra, sino para el cielo, emplean en el acto los medios que a diario les suministra la generosidad ajena, y no pierden el tiempo haciendo cálculos. El mundo tiene en ellos confianza ciega y los socorre tranquilamente, sin pensar en exigir los balances de situación, que se hacen en los asuntos de la ordinaria administración. Ministros en grande de la caridad, operan bajo la inspección de la mirada de Dios y, como quiera que la izquierda de quien da no debe saber lo que hace la derecha, le basta que no lo ignore aquél, que ve en lo secreto, y así estos extraordinarios canales de la beneficencia reparten sin interrupción sus aguas, dejando a Dios el cuidado de medir la cantidad. En la historia de la Congregación la estancia de don Bosco en París señala un momento de suma importancia. Puede afirmarse que don Bosco y su Obra hicieron entonces su presentación, en la metrópoli intelectual de Europa, a ese mundo que había de ser el campo de su actividad, y la presentación resultó interesante y simpática. Desde aquel momento, empezó a florecer en torno al Fundador de los Salesianos una literatura universal, que difundió su conocimiento entre los hombres del saber, de la autoridad y de la riqueza, abriendo a sus hijos los caminos del bien en todas las partes de la tierra. (**Es16.221**))
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