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((**Es16.181**) nacidas de la nada, habían alcanzado gran florecimiento. Comunicó que el objeto de su ida a París era el de preparar el terreno para la fundación de una casa en favor de la juventud pobre y abandonada. Describió, por último, sumariamente su método educativo, tendente a ganar el corazón de los jóvenes y obtener, mediante el afecto de éstos a sus maestros, que sean buenos y cumplan su deber. El Consejo le dio las gracias y le rogó aceptara un donativo de mil francos. Don Bosco dio las gracias y haciendo uso de su facultad personal, que le había concedido el Padre Santo, dio a los presentes la bendición papal, extensiva a sus socios, a sus familiares y a sus obras. En su honor, se cerró la sesión; y pasó después al despacho del presidente, donde recibió a los socios que deseaban hablarle aparte 1. Como se aproximaba el día de la partida, urgía llevar a cabo un compromiso aceptado hacía ya un mes. Recordarán los lectores que don Bosco, al recibir el donativo de un precioso anillo pensó en una rifa. Se hizo ésta el día veintitrés por la tarde, en el palacio del señor Faucher, hermano de la condesa De Combaud. Fue una reunión aristocrática, en la que tomaron parte muchas nobles damas parisienses. La familia Faucher y la Condesa hacían los honores de la casa. Don Bosco entró en ella humilde y tranquilo, saludado' con caballerosa cordialidad por la selecta asamblea. Fue invitado él mismo para extraer el número de la suerte. Esta le tocó a una rica dama española, que había adquirido doscientos billetes y que puso graciosamente de nuevo la joya en manos de don Bosco. Antes de abandonar la brillante reunión, dijo que pronto volvería a Turín, donde lo reclamaban imperiosamente las exigencias de sus obras, pero que dejaba el corazón en la gran capital francesa, ((**It16.210**)) donde se le habían dado tantas pruebas de fe, de piedad cristiana y de sacrificio. Después de dar las gracias con toda cortesía a sus huéspedes, bendijo a los presentes, que, a continuación, lo rodearon, hablándole con toda familiaridad, mientras se encaminaba lentamente hacia la salida. Esta reunión le resultó oportunísima para despedirse decorosamente de la nobleza parisiense, que lo había colmado de atenciones y beneficios. Desde Versalles llególe a don Bosco, a través de los condes de Masin, oriundos de los piamonteses Masino, una invitación a la que no podía negarse: los padres Eudistas querían que fuera a su colegio el día veinticuatro, fiesta del Corpus Christi, para celebrar la misa de las primeras comuniones. Un contratiempo, la pérdida del tren, le impidió desgraciadamente llegar a tiempo para la misa de la Comunidad; 1 Véase Bulletin Salésien, mayo 1933 y Apéndice, doc. núm. 39. (**Es16.181**))
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