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((**Es16.146**) que la santa comunión duró una hora entera. Visitó después a las religiosas y a las alumnas, recibió a las personas deseosas de consultarle e hizo otras visitas para contentar a cuantos más pudiera de los muchos que le habían pedido aquel favor. Había prometido ir a mediodía a pasar un par de horas con los Asuncionistas en la calle Francisco I. Esta Congregación, fundada en 1847 en Nîmes por el padre D'Alzon, dirige colegios, organiza peregrinaciones nacionales, atiende Misiones en Oriente, desde los Balcanes hasta el mar Muerto, y sostiene una obra grandiosa para la buena prensa. El padre Bailly, asuncionista, redactaba entonces el PŠlerin, periodiquito de gran difusión, que fue el heraldo de don Bosco en Francia; en efecto, desde su primer año de vida, en 1877, describió con entusiasmo las obras del Siervo de Dios, reproduciendo también su bosquejo histórico; y después volvía a hablar de él cada vez que los grupos de peregrinos franceses visitaban, a su regreso de Roma, el santuario de María Auxiliadora, ((**It16.167**)) el Oratorio y a don Bosco, acompañados las más de las veces por el padre Picard, segundo Superior General. Era, pues, recíproco el deseo de encontrarse juntos, siquiera algunos instantes, en la capital. Decía el PŠlerin del día doce de mayo: <>. Después de hablar de la impresión, que causó en París la presencia de don Bosco, observaba: <>. Uno de los enfermos, a los que aludía el PŠlerin, era el mismo padre Picard a quien don Bosco prometió rezar por su curación. Curó, en efecto, y vivió todavía veinte años. Casi no se habló en la mesa más que de cosas salesianas, y todo ello apareció en forma de entrevista en el PŠlerin del día doce de mayo. La mayor parte de la conversación versó en torno a los orígenes (**Es16.146**))
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