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((**Es15.385**) ello no influía en la cordialidad de sus relaciones con ellos. Dio una prueba edificante en la ocasión de que hablamos. El día anterior al de la conferencia fue a Borgo San Martino para la fiesta del colegio y, mientras esperaban la hora ((**It15.443**)) de la comida, comenzó a discutir con don José Bertello, su franco y ardoroso contrincante sobre el rosminianismo. Acabó éste por decirle: -Mire, Monseñor, si por un imposible llegara yo a ser obispo, exigiría a mis clérigos que estudiasen de acuerdo con las normas que parten de Roma. -íRoma! íRoma!, respondió el Obispo: >>sabéis qué es Roma? Es como un peñón en medio del mar. El Papa está en lo alto, en medio del aire sereno; pero abajo se sobreponen las olas y chocan y azotan sin cesar. Son los Jesuitas quienes combaten sin descanso a Rosmini y a los Rosminianos. Y tanto se entusiasmó, que los comensales se impacientaron por la tardanza. Al fin, don José Bertello le interrumpió diciendo: -Vamos, Monseñor, no conviene que Rosmini nos retarde más la comida. Al día siguiente reanudaron ambos la discusión en el palacio episcopal, donde el Obispo había invitado a comer a don Bosco, con don Juan Bonetti, don José Bertello y varios sacerdotes más. Durante la comida, los dos contendientes no dejaron de discutir del principio al fin. Por último, el Obispo, observando cómo León XIII siendo Papa no había impuesto que se abandonara el sistema rosminiano, afirmó que no había obligación de seguir sus opiniones privadas. -Hoy, decía él, el actual Pontífice, como filósofo, tiene una tendencia; después de él, vendrá otro que tendrá opinión contraria; por tanto, para no tener que cambiar de sistema filosófico a cada relevo de Papa, siga cada cual el que mejor le parezca; para mí el mejor es el de Rosmini. >>Cuál era la posición de don Bosco? Don Bosco escuchaba la disputa en silencio, sin que el Obispo, enajenado por el ardor de la polémica, reparase en los demás comensales. Por fin, para acabar la discusión, tanto más que Monseñor apelaba a él en demanda de su última observación, empezó a decir con toda calma: -Yo soy el superior de la comunidad; quiero dejar a mis subordinados un recuerdo que les sirva de norma en casos como el presente y otros que puedan presentarse en lo porvenir. Veo, pues, que, en una cuestión filosófica ((**It15.444**)) o teológica, muchos filósofos y teólogos sostienen una opinión que consideran la mejor, mientras que otros tienen por mejor otra diferente. Las dos opiniones tienen doctos defensores, (**Es15.385**))
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